Cosmoteología: cuando Dios se encuentra con los extraterrestres
A primeros de octubre de 2011 se celebró en Orlando, florida, el 100 Year Starship Symposium, un congreso destinado a organizar el esfuerzo que debería realizarse los próximos cien años para conseguir enviar una nave espacial a las estrellas. Entre los temas-satélite de esta reunión había uno particularmente polémico: cristianismo y la existencia de vida extraterrestre inteligente. Al parecer de la mayoría de los asistentes, el descubrimiento de su existencia “podría representar una complicación” para las religiones del mundo. “En particular, para los cristianos sería especialmente problemático”, afirmó el profesor de filosofía de la Universidad del Ruhr en Bochum, Christian Weidemann. El título de su ponencia era significativo: ¿Murió Jesús también por los klingon?, en clara referencia a la belicosa raza extraterrestre de la saga de ciencia-ficción Star Trek. “Según el cristianismo, un evento histórico de hace 2000 años supuestamente salvó toda la creación”, dijo. Y añadió: “Puedes palpar el conflicto”.
En realidad, la cuestión de fondo está en responder la siguiente pregunta: ¿resistirían las religiones de la Tierra el contacto con seres extraterrestres? Descubrir otras civilizaciones significaría “un nuevo nivel de duda angustiante respecto a la importancia de los seres humanos en el esquema cósmico de las cosas”, dice el físico teórico James Gardner. Para la astrónoma Jill Tarter, exdirectora del Center for SETI Research del SETI Institute, el contacto tendría un efecto devastador para las religiones actuales del mundo, pero no para el futuro de la religión en sí. Incluso ha especulado que el mensaje que recibiéramos de ET podría tener el efecto, intencionado o no, de evangelizarnos y convertirnos a una nueva fe cósmica.
¿Creerías en el dios de los extraterrestres?
El historiador de la ciencia y notorio escéptico Michael Shermer lo expresó con ironía en el número de enero de 2002 de Scientific American en lo que llamó la última ley Shermer: “Cualquier inteligencia extraterrestre suficientemente avanzada es indistinguible de Dios”. De hecho, en el siglo XX han nacido diversos movimientos religiosos cuyo motivo de adoración son seres extraterrestres. En este sentido abunda Jill Tarter: “Ante una comprensión de la naturaleza del universo superior por parte de los extraterrestres, será difícil para la humanidad resistir el atractivo de su religión y su Dios(es)”.
Tarter piensa que su influencia sería mayor si los extraterrestres se declararan ateos: “Las generaciones siguientes de humanos, que se desarrollen con el conocimiento de la existencia de otras tecnologías con gran tradición y ninguna necesidad evidente de religión, encontrarán cada vez más difícil estar de acuerdo con las religiones terrestres”. El psicólogo Douglas Vakoch, que investiga el impacto cultural que tendría un posible contacto, no comparte esta opinión, pues piensa que las religiones de la Tierra responden a nuestros propios intereses, que no tienen que coincidir con los de las religiones de los extraterrestres. ¿Y si son ateos? Tampoco piensa que fuera a pasar nada. “Si una civilización muy avanzada dijera que cree en Dios no pienso que Richard Dawkins empezara a creer”. Y añade: “El verdadero reto de un contacto es cómo vamos a mantener nuestra mente abierta a unos seres totalmente diferentes de nosotros”.
Por su parte, el profesor emérito de física de la Open University británica y firme defensor de binomio ciencia-religión, Russell Stannard, no ve peligrar los cimientos de la fe por la existencia de seres inteligentes en otros mundos: “lo primero que les preguntaría es ¿cuál es tu opinión de Dios?”. Y si no la tienen o no creen en un Ser Superior tampoco le preocupa pues, para él, ser más inteligente no implica ser más espiritual: “todos conocemos personas muy inteligentes que son espiritualmente pigmeos, y personas con bajo cociente intelectual que llevan una vida profundamente espiritual”. Y explica: “la verdadera medida de la espiritualidad es lo cerca que estás de Dios, cómo es tu verdadera relación con Dios”.
Cosmoteología o biocosmos
¿Cómo solucionar semejante embrollo? Steven Dick sugiere dar una vuelta de tuerca a la teología y propone una cosmoteología que tiene en cuenta “lo que sabemos del universo, incluyendo si hay o no extraterrestres”. Esto implica asumir el hecho de que ni la Tierra ni los seres humanos son el centro del universo ni el ombligo de la creación; ni tan siquiera son fundamentales en el discurso. Según Dick, es probable que no seamos la civilización más inteligente de la Galaxia por lo que “no nos encontramos en lo más alto de la gran cadena de seres”.
Dentro de esta nueva línea cosmoteológica Paul Davies propone una controvertida idea: “Si la emergencia de la vida y de la mente son consecuencia de las leyes del universo, entonces la vida se encuentra muy extendida, y no es algo irrelevante ni aspecto colateral al desarrollo del universo, sino algo que es central al conjunto del cosmos”. La vida y la mente dan sentido al universo y son en parte responsables de que haya aparecido este universo capaz de albergar seres vivos. Una idea parecida la defiende James Gardner: la llama la hipótesis del biocosmos egoísta y “sugiere que la emergencia de la vida y la mente es un imperativo cósmico codificado en las leyes básicas de la naturaleza; y aún más, que la inteligencia altamente evolucionada eventualmente desempeñará un papel clave en la reproducción del cosmos… la extrapolación más plausible de esta cosmovisión es simplemente conjeturar que nuestro cosmos actual es nada más y nada menos que una vasta vida emergente: un biocosmos”.
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