El cine de autor migra de las salas al streaming: ¿buena o mala noticia?
Los cinéfilos deberán ir acostumbrándose a ver sus películas favoritas en festivales o en períodos más bien breves con contadas funciones diarias en las salas. Con la llegada de los grandes directores a las plataformas se abre otra posibilidad… aunque en pantallas hogareñas.
Cuando el servicio de streaming MUBI anunció en febrero último que había comprado “Drive My Car”, film del japonés Ryūsuke Hamaguchi que pocas semanas después terminaría ganando el premio Oscar a Mejor Película Internacional, muchos cinéfilos alzaron la voz cuestionando que un largometraje de esa excelencia artística se lanzara de forma directa para el consumo hogareño. Poco después, se programaron un puñado de funciones en la Sala Lepooldo Lugones del Teatro San Martín y luego sí la transposición de un relato original del reconocido escritor Haruki Murakami llegó a esa plataforma.
La polémica en redes y medios especializados se desató primero cuando la misma compañía adquirió los derechos de “Titane”, provocativa apuesta de la francesa Julia Ducournau que había ganado la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2021; resurgió en abril último, cuando también compró “Alcarràs”, película de la directora catalana Carla Simón que este año ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín. Y se reavivó aún con más fuerza hace pocos días, cuando MUBI informó que se había quedado -entre varias otros títulos estrenados mayo en la más reciente edición de Cannes como “Decision to Leave”, del coreano Park Chan-wook; “Holy Spider”, del iraní Ali Abbasi; “Un beau matin”, de Mia Hansen-Løve; “Les cinq diables”, de la también francesa Léa Mysius; y “Aftersun”, de la escocesa Charlotte Wells- con “Crimes of the Future”, el nuevo trabajo de David Cronenberg con Viggo Mortensen, Léa Seydoux y Kristen Stewart.
En diálogo con Télam, Sandra Gómez, Directora de Marketing de MUBI para América Latina, informó que la compañía está trabajando para que ese film futurista y distópico tenga un paso previo por los cines argentinos y que la compañía tiene pensado ampliar a futuro su distribución de películas a salas comerciales de nuestro país (ya lo hace de forma habitual en mercados más grandes como Estados Unidos, Reino Unido o México). Sin embargo, las redes sociales (sobre todo Twitter) ya habían estallado de forma inmediata tras el anuncio de la compra de “Crimes of the Future” ante la posibilidad de que un film de un autor de las dimensiones del canadiense Cronenberg no pueda verse en pantalla gigante.
La realidad del negocio cinematográfico local -que ya ha sido abordada en varias ocasiones desde esta misma columna- hace hoy casi imposible que los distribuidores independientes locales que habitualmente compraban este tipo de películas se hagan de los derechos y puedan lanzarlas en condiciones mínimamente dignas que permitan cierta rentabilidad. Los costos en dólares o euros han aumentado de forma exponencial y la disponibilidad de salas es cada vez menor con los multicines casi monopolizados por los tanques de Hollywood.
No solo es muy difícil para las distribuidoras nacionales competir contra la billetera de MUBI -un gigante dentro del nicho del cine de festivales, pero un jugador entre pequeño o en el mejor de los casos mediano en el universo del streaming- sino que se hace directamente imposible hacerlo contra servicios que compran todo tipo de materiales como Netflix para su lanzamiento en más de 200 países. En noviembre último la N roja adquirió el más reciente film de Pedro Almodóvar, “Madres paralelas”, así como buena parte del catálogo del director español, pero en ese caso se negoció un lanzamiento en 34 salas argentinas 15 días antes de su llegada al streaming. Así, más de 20.000 cinéfilos locales pudieron apreciar el film con Penélope Cruz, Milena Smit, Aitana Sánchez-Gijón, Julieta Serrano y Rossy De Palma en pantalla grande.
“Crimes of the future”
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Cualquier defensor de los modelos tradicionales del negocio cinematográfico dirá que estamos frente a una progresiva involución y razones no le faltarán. Antes, una película de Almodóvar o Cronenberg tenía un lanzamiento amplio, duradero y exclusivo en salas para varios meses después iniciar el recorrido en otros formatos. Hoy, con suerte, se apela a una estrategia híbrida que en muchos casos contempla un paso poco menos que testimonial, simbólico y decididamente efímero por los complejos para luego sí desembarcar en el streaming hogareño.
Otras miradas más integradas que apocalípticas indican que es posible una convivencia más o menos armónica entre el theatrical (término con el que se conoce en la industria a la distribución en cines) y el streaming. Lo que sí va quedando bastante claro es que el viejo modelo de largas “ventanas” (período de exclusividad que se le garantizaba a las exhibidores) se va limitando cada vez más, aunque todavía resista en algunos países de fuerte tradición cinéfila como Francia.
“Madres paralelas”
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La realidad en la Argentina (y en varios otros mercados) es que los cinéfilos deberán ir acostumbrándose a ver sus películas favoritas en festivales (como el BAFICI o el de Mar del Plata) o en períodos más bien breves con contadas funciones diarias en las salas. El cine de autor ha quedado reducido a un consumo minoritario, casi gourmet, mientras que la inmensa mayoría del público potencial lo terminará descubriendo en las plataformas (o mediante descargas ilegales).
No son tiempos de resignación sino de adaptarse a los profundos cambios en el consumo que ya venían produciéndose y se potenciaron mucho más durante los más de dos años de pandemia. Los que defienden la diversidad y consideran que el mejor lugar para disfrutar en toda su dimensión una película es a partir de la experiencia colectiva de un cine dotado con las mejores condiciones de imagen y sonido seguirán apoyando toda iniciativa que permita la distribución en salas por más limitada que hoy pueda ser. Pero al mismo tiempo minimizar o incluso negar la realidad del consumo hogareño parece un mero capricho que no conduce a la búsqueda de soluciones intermedias o alternativas.
Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.
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