El ‘delito’ de ser mujer: la cruel anatomía del feminicidio en México
En los últimos días, la muerte de Ariadna López ha conmocionado a México. El caso ha evidenciado la falta de seguimiento de los protocolos de investigación en los ministerios públicos estatales, pero sobre todo le ha recordado a la ciudadanía que la ola feminicida sigue vigente en el país.
Datos de la Secretaría de Seguridad de México muestran que 2,7 mujeres fueron asesinadas al día en 2021 por el simple hecho de serlo. Este año, la cifra podría ser mayor. Al cierre de septiembre, se habían registrado 695 crímenes por razones de género. Desde que las autoridades llevan registro de este tipo de homicidios, el número de casos ha aumentado 137,38 %, un reflejo de la realidad por la que atraviesan las mexicanas.
La lucha por el reconocimiento
El término ‘feminicidio’ o ‘femicidio’ fue adaptado de la palabra en inglés ‘femicide’, que fue utilizada por primera vez en 1801 en Inglaterra. Sin embargo, no se popularizó hasta 1989, cuando el canadiense Marc Lépine entró a la Universidad de Montreal y prendió fuego exclusivamente a las mujeres de una aula al grito de “odio a las feministas”.
En México, el término fue presentado y reformulado por la antropóloga y política Marcela Lagarde, siendo adoptado gubernamentalmente por primera vez por el estado de Guerrero, explicó en conversación con RT la doctora Iris Rocío Santillán Ramírez, especialista en criminología con perspectiva de género.
Hoy en día, el feminicidio se encuentra tipificado en el artículo 325 del Código Penal Federal. Sin embargo, en un país donde la violencia contra las mujeres no cesa, ha sido necesario que las autoridades judiciales emitan sentencias que delimiten aún más al crimen.
Jurisprudencia y legislación a favor de las víctimas
Durante su plática con este medio, Santillán resaltó dos resoluciones de la Justicia a favor de las víctimas de feminicidio. La primera se trata de la jurisprudencia sentada a partir de la demanda ‘González y otras vs. México‘ y la segunda de la sentencia emitida por el feminicidio de Mariana Lima.
En el primer caso, también conocido como ‘Campo Algodonero’, la Corte Interamericana de Derechos Humanos responsabilizó en 2009, por primera vez con perspectiva de género, a un Estado por el feminicidio de tres mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, en 2001. La decisión de la corte estableció las directrices que permiten identificar, investigar y procesar un crimen de género.
En tanto que a partir de la segunda sentencia, emitida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en 2015, se estableció que cualquier muerte de una mujer debe ser considerada por los ministerios públicos como un feminicidio desde el inicio, independientemente de las evidencias, en virtud de que en las primeras investigaciones de la muerte de Mariana Lima, en 2010, se determinó que la víctima se había suicidado, cuando los hechos apuntaban a que había sido asesinada por su esposo, un comandante del Ejército.
Además de la jurisprudencia, recientemente el Congreso mexicano ha emitido una serie de disposiciones para atender el feminicidio y la violencia de género.
En honor a sus víctimas, en 2021 las autoridades aprobaron a nivel nacional la Ley Olimpia en contra de la violación de la intimidad sexual de las personas a través de medios digitales, mientras que en marzo de 2022 se avaló una reforma conocida como la Ley Ingrid que busca evitar que se fotografíe, copie, reproduzca, difunda o distribuya información relacionada con víctimas de agresiones.
“Lo que distingue a un feminicidio de un homicidio son las razones por las cuales se priva de la vida a la persona; en el primer caso, es por el hecho de ser mujer”.
Actualmente está en discusión entre los legisladores la Ley Montse, que busca eliminar la disposición que impide que los familiares consanguíneos o personas ligadas con un delincuente sean sancionadas al encubrirlo.
Y a todo esto… ¿qué es un feminicidio?
Caminando por las calles de Ciudad de México, este medio les preguntó a distintos hombres si sabían qué era feminicidio. Todos coincidieron en responder que se trataba del asesinato de una mujer. Pero cuando se les interrogó en qué se diferenciaba de un homicidio, las respuestas variaron.
“Es porque hay abuso contra la mujer”, respondió un hombre de 75 años. “En realidad no hay mucha diferencia, nada más que uno es femenino y otro masculino”, dijo un señor de 51 años. Mientras, un niño de 11 años contestó que se distingue “porque rompe un derecho”.
Lo cierto es que lo que separa a un crimen de otro tiene que ver con razones de género, explicó Santillán.
“Lo que distingue a un feminicidio de un homicidio son las razones por las cuales se priva de la vida a la persona; en el primer caso, es por el hecho de ser mujer”, refirió la académica, quien añadió que en los feminicidios a las mujeres “las matan por placer y dominación” y por la “supuesta superioridad de la masculinidad” sobre cualquier otro género, sea femenino, neutro o parte de la comunidad LGTBIQ+.
¿Cómo saber si es feminicidio?
De acuerdo con la doctora Santillán, se puede detectar un feminicidio cuando el cadáver de la mujer presenta signos de violencia sexual, que no suelen encontrarse en los cuerpos de hombres con tanta regularidad.
“Cuando se habla de violencia sexual no hay que limitarse a la violación, puede ser que (la víctima) no tenga brasier o calzón y ese es un signo de violencia sexual. O que tenga chupetones en su cuerpo, quemaduras en zonas erógenas, que haya sido mutilada o tirada en la vía pública”, detalló la académica.
“Para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia, se deben transformar las estructuras que sostienen la idea de que las mujeres son inferiores a los hombres; acabar con las ideas estereotipadas que generan violencia”.
La profesora explica que dentro de la visión masculina que impera en México, el cuerpo de la mujer suele ser tratado con desprecio, por lo que las víctimas de asesinato regularmente son expuestas en la vía pública “como basura”, una práctica conocida como “basurización del cuerpo“, indicó la experta.
Además de estos factores, Santillán resaltó la existencia de otros elementos que ayudan a determinar cuándo una mujer fue víctima de un feminicidio, por ejemplo, si se descubre que estuvo privada de su libertad o incomunicada antes del crimen o si el perpetrador tenía algún vínculo familiar, de amistad o laboral con la fallecida.
Las mujeres malas, se merecen lo que les pasa
Los estereotipos de género siguen permeando en la sociedad mexicana y hasta que no se acabe con ellos, no va acabar la violencia contra las mujeres y el acceso a la Justicia va a seguir limitado en el país, refirió la doctora.
“Por más mecanismos que haya para la investigación, esto no va a cambiar hasta que cambie nuestra mentalidad”, destacó la profesora, quien como ejemplo retomó el caso de Lesby Berlín, donde las autoridades de la Ciudad de México resaltaron rasgos de su vida privada como si fueran determinantes en la investigación.
Mira el caso de Leslie (asesinada) en Ciudad Universitaria, donde la procuraduría se apresuró en decir que no era estudiante, que había abandonado la prepa, que vivía en amasiato, que bebía alcohol. Dando razones para que la sociedad la identificara como una ‘mala mujer’, como diciendo ‘las mujeres malas, se merecen lo que les pasa'”, señaló la académica.
También recordó el caso de Ariadna López, en donde la primera conclusión de la Fiscalía de Morelos fue que presuntamente había muerto por broncoaspiración luego de tomar alcohol con sus amigos, a pesar de que los golpes encontrados en su cuerpo indicaban signos de violencia. Con este tipo de argumentaciones, criticó la experta, dan a entender que “a las mujeres borrachas, las pueden matar“.
La situación, añadió, se parece a la cometida hace más de dos décadas en el campo algodonero de Chihuahua, “donde les dijeron a los papás ‘no te preocupes, seguro se fue con el novio, ya regresará’“.
Acabar con el circo romano
“Cuando se murió el último que lo celebraba, se acabo el circo romano”, respondió Santillán sobre qué se puede hacer para combatir los feminicidios en México. Según la experta, solo sin los anteojos de la masculinidad van a poder mirarse los hechos “de una manera más clara y objetiva”.
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De acuerdo con la profesora, el sistema de Justicia en México necesita recuperar las metodologías feministas y apegarse a los lineamientos de investigación de muertes violentas de mujeres para poder atender la grave crisis que azota al país. En tanto que también destacó que desde la educación universitaria, en especial de abogados, se deben de reforzar las enseñanzas de género.
“Para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia, se deben transformar las estructuras que sostienen la idea de que las mujeres son inferiores a los hombres (…) acabar con las ideas estereotipadas que generan violencia, en donde los hombres tienen el derecho de violentar a los mujeres solo por su género, donde ellos ejercen el control y la dominación, donde ellos son casi los dioses sobre la tierra”, afirmó la experta.
Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.
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