‘El Exorcista’ tiene la imagen más icónica de la historia del cine de terror. Cómo William Friedkin concibió una obra maestra que sigue asustando 50 años después

La muerte de William Friedkin supone un golpe irreparable para el ecosistema del cine. Mirando al estado de los estudios ayer y hoy, su marcha abre un agujero negro en pleno júbilo por el éxito de Barberheimer: la certeza de que no habrá otro Friedkin nunca, de que Hollywood solo va a dejar aparecer a cineastas que lubriquen los engranajes, no que los cambien. Además, su ausencia se produce justo el año en el que ‘El exorcista’ (1973) cumple 50 años.

Su obra maestra cambió el cine de terror y sigue siendo la película del género más taquillera de la historia —fue sustituida por ‘IT’, pero con los datos de inflación ajustados sigue reinando—, lo que ha llevado a una incontable pila de secuelas, entre las que se encuentran la aún por estrenar ‘El exorcista: creyente’, que a juzgar por su opinión de ‘El exorcista II: el hereje’ es probable que Friedkin hubiera destrozado. Su película es una adaptación de la novela de William Peter Blatty de 1971, basada en una historia real sobre un niño de catorce años.

El director se dio cuenta de que muchos católicos nunca habían oído hablar de un exorcismo, y mucho menos la mayoría de las personas, por lo que vio una oportunidad para levantar un gran relato sobre la fe, para la que necesitaba la imagen de los sacerdotes como hombres de confianza para dar un al tema religioso. Según él mismo:

“Blatty quería que la historia se filmara de la manera más realista posible, y yo también. No queríamos hacer una película de terror o una película de fantasía. En ese momento, el público sabe muy poco sobre el exorcismo. Todo lo que se sabe al respecto es sensacionalista en el público, y ciertamente la película que hice contribuyó a eso; no hay duda al respecto. Porque la gente la consideraba una película de terror. Pero hice la película como un creyente”.

El dilema de la fe: origen de todo un subgénero

La película gira en torno a una niña de trece años, Regan, que es poseída por un demonio y fue encarnada por Linda Blair, cuya actuación estuvo plagada de efectos especiales, desde el maquillaje a una cabeza que gira 360 grados, levitación sobre la cama o el golpeo de los muebles con poderes cinéticos.

Un espectáculo que buscaba narrar el choque entre la ciencia y la espiritualidad. ¿Es la persona poseída verdaderamente una víctima de las fuerzas demoníacas, o sufre de una enfermedad mental o física?

“Creí en la posibilidad sin conocer los detalles. Creía en la posibilidad de la posesión demoníaca y la posibilidad del exorcismo, y esta novela se basó en un caso real. Fue el caso de un chico de 14 años en Maryland, un estado de Estados Unidos. Hablé con la tía del niño, ella estaba presente cuando sucedió todo esto y me dio muchos detalles de lo que sucedió. Tuvimos que hacer la película con una niña en lugar de un niño porque la Iglesia… en ese momento quería quitarle toda presión a la familia del niño, así que la hicimos como ficción, no como un documental…”

El terror es un género que permite desafiar al público a confrontar sus miedos, pero también sus tabúes más sagrados. Al dramatizar la invasión de inocente, mental, física y espiritualmente por la esencia del mal, estableció una lucha que obligaba a la gente a confrontar sus creencias religiosas. Friedkin jugó con la ambigüedad dentro y fuera de la pantalla, incluso hizo que el reverendo Bermingham bendijera el set de rodaje para evitar cualquier perturbación antinatural. Se quemó hasta los cimientos al día siguiente. Esta noticia se filtró con entusiasmo a los medios publicitarios. Pero Friedkin en realidad quería la presencia de los sacerdotes para añadir verosimilitud a su descripción del rito.

“Muchos de los detalles fueron los detalles del caso real… Para la secuencia del exorcismo tuve como asesor técnico al reverendo John Nicola, el principal experto en exorcismo de este país. Estuvo con la Iglesia de la Inmaculada Concepción. Fue mi asesor técnico en el plató y me ayudó a editar el ritual para que los gestos que hacían los sacerdotes fueran los correctos. Repito: hice la película como creyente, no como escéptico”.

‘El Exorcista’ tiene varios protagonistas. Tenemos a Regan, la niña que vemos transformarse en el primer acto hasta quedar poseída por el demonio. Su madre, Chris, es una exitosa mujer soltera que es una estrella de cine. El padre Karras, un sacerdote que sufre la pérdida de su madre y se culpa a sí mismo por no haberla salvado, a la vez que explora lo que podría ser su vida sin la iglesia. Luego tenemos al demonio Pazuzu, con un enfrentamiento épico con el Padre Merrin, un maestro exorcista que le descubre en Irak. Sin embargo, no es el alma de Regan lo que busca Pazazu, sino la de Karras. Para Friedkin:

“Si te fijas, te das cuenta de que el verdadero protagonista de la película no es la niña sino el sacerdote católico, que está perdiendo su propia fe a través de varios incidentes en su vida como la muerte de su madre. No estuvo allí cuando le necesitaba y se siente culpable. Está perdiendo la fe y él, no la niña, es el objetivo del demonio.

Este joven sacerdote que le dice a un sacerdote veterano que está perdiendo la fe. Él es el objetivo del demonio. La debilidad que muestra es lo que hace que el demonio le apunte. Y entonces, lo que presencia y pasa con esta joven está dirigido a él, porque el demonio le está mostrando que la humanidad no es buena, incluso en una niña inocente; hay maldad dentro de ella”.

La creación de un momento icónico

Sin embargo, aunque el conflicto rodee a Karras, la figura de Merrin y su enfrentamiento en distintas épocas y lugares es lo que dota a ‘El exorcista’ de una dimensión terrorífica con su propia mitología. Sin embargo, tras el prólogo de la película no volvemos a ver al personaje de Max Von Sydow hasta bien entrada la película, en el momento que define toda la obra, un simple plano que representa toda la película y se ha imitado y homenajeado incontables veces. Friedkin describió a DGA Quarterly cómo se le ocurrió.

“En la novela, la descripción que hace William Peter Blatty del padre Merrin (von Sydow) que llega frente a la casa de la madre del niño dice que estaba parado bajo una farola en un resplandor brumoso ‘como un viajero melancólico congelado en el tiempo’. Tuve que encontrar una manera de visualizar eso, y dejé un día completo solo para iluminar la escena.

Utilizamos arcos y troopers para iluminar la calle, además de potenciar la iluminación orgánica como las farolas. Después de mucho ensayo y error, filmamos la segunda noche. La pintura que me inspiró fue El imperio de la luz de René Magritte, que representaba una pequeña casa en la noche iluminada por una farola, pero el cielo en la pintura es completamente diurno. Es una imagen surrealista asombrosa”.

Mucho se ha hablado sobre el simbolismo de la luz arrojada sobre el sacerdote, se debate si hace referencia al demonio arrojando luz sobre su oponente como si fuera una pelea, ya que al entrar a la casa, el demonio aúlla el nombre de Merrin. Friedkin alude más bien a una luz divina que se proyecta a través de la oscuridad y le muestra a Merrin la habitación en la que un niño inocente le necesita, como señalando su deber paternal. Esta clásica imagen se contrapone con otro icono del largometraje. La silueta de Pazuzu en el dormitorio de Regan mientras la niña se retuerce con las manos en forma garras, a modo de muestra de quién tiene el control.

Pazuzu Regan

El resto de la película es historia. El departamento de marketing omitió que es una película profundamente católica, dejando que los grupos religiosos que protestaban atrajeran lo que podría haber sido una atención no deseada. Pero dieron a los medios religiosos una plataforma para desacreditar la película, creando así una controversia previa al lanzamiento que se tradujo en publicidad gratuita. Además, Friedkin tenía un as bajo la manga con los tres sacerdotes que contrató.

Un legado arrollador sin precedentes

‘El exorcista’ provocó un tsunami de imitaciones que también dejó, variaciones significativas en la tendencia como ‘La profecía’ (1976), pero a medida que se acababa la década de los 70, la tendencia hacia el horror espiritual y los niños poseídos por demonios comenzó a desvanecerse. En ‘Terror en Amityville’ (1979) se especuló sobre si incluía música en su partitura de la compuesta originalmente por Lalo Schifrin para Friedkin, aunque él negó rotundamente el rumor muchas veces, pero las referencias visuales y verbales a la película ya no son anécdotas aisladas sino que aparecen en todas partes, desde programas de televisión como ‘Los Simpson’ hasta campañas publicitarias. Forma parte de la cultura popular.

Recientemente, ha habido una nueva oleada de películas de terror con temas espirituales y de exorcismo, desde ‘Stigmata’ (1999), ‘El exorcismo de Emily Rose‘ (2005), a ‘El exorcista del papa’ (2023), pero lo cierto es que incluso la serie ‘Paranormal Activity’ (2007) tiene el clásico de 1973 en su ADN, lo que se contagia a la producción e Oren Peli ‘Insidious’ (2010) que dirigió James Wan, cuya extensión del terror sobrenatural, ‘Expediente Warren’ (2013), ha definido el terror comercial posterior, incluso la más parecida al tono del original, ‘Hereditary’ (2018), con lo que el germen de hace 50 años sigue funcionando como creación de pesadillas en celuloide.

admin

Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.

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