
El tridente de la muerte: Carlos Vela, Giovani dos Santos y Chicharito — ¿Por qué México no ha encontrado un tridente igual de letal?
En la década pasada, la selección mexicana de fútbol contó con uno de los ataques más temidos en su historia: Carlos Vela, Giovani dos Santos y Javier “Chicharito” Hernández. Apodados “el tridente de la muerte”, estos tres jugadores ofrecían una combinación explosiva de técnica, velocidad y olfato goleador que ilusionaba a millones.
Sin embargo, años después, México sigue buscando un tridente ofensivo que tenga esa misma capacidad de desequilibrio y contundencia. ¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Por qué la selección no ha logrado replicar ese nivel?
El legado de un tridente inolvidable
Carlos Vela, Giovani dos Santos y Chicharito no solo destacaban por su talento individual, sino también por cómo se complementaban dentro de la cancha. Mientras Vela aportaba calidad en el juego y capacidad de creación, Giovani dos Santos desbordaba por las bandas con regates y creatividad, y Chicharito era el delantero letal dentro del área.
Juntos, fueron pieza clave en varias competiciones internacionales, logrando resultados destacados y ofreciendo espectáculo. Su entendimiento natural y confianza eran palpables, y esto les permitió brillar tanto en sus clubes como en la selección.
Problemas actuales: cantera, espectáculo y falta de tridente
- Debilidad en la cantera
El principal problema radica en el desarrollo de jóvenes talentos. México cuenta con una gran base de futbolistas, pero la formación técnica y táctica desde las fuerzas básicas ha tenido altibajos. La falta de una metodología sólida y la poca paciencia para consolidar proyectos a largo plazo han hecho que los jóvenes promesas no terminen de explotar su máximo potencial. - Espectáculo tonto y presión mediática
En la búsqueda por agradar a la afición y generar rating, la selección a veces se ha visto presionada para jugar de forma vertical y espectacular, pero sin coherencia táctica ni estabilidad. Esto ha llevado a decisiones apresuradas, como convocar jugadores basándose más en su momento mediático que en su rendimiento consistente. - Falta de consolidación de un tridente fijo
A diferencia de la época de Vela, Dos Santos y Chicharito, donde hubo tiempo para que los jugadores se entendieran y se acoplaran, actualmente el constante cambio en alineaciones y la ausencia de una dupla o trío de ataque estable dificulta la creación de una conexión letal. - Éxodo incompleto a ligas competitivas
Aunque hay futbolistas mexicanos en Europa, no todos logran continuidad ni protagonismo en clubes de élite, lo que limita su crecimiento y la experiencia que podrían aportar a la selección.
¿Es posible que México vuelva a tener un tridente letal?
El futuro no está perdido. Hay jóvenes con talento prometedor como Rodolfo Pizarro, Alexis Vega o Luis Romo, quienes podrían consolidarse en roles ofensivos. Pero para lograr un tridente “de la muerte” se necesita:
- Un proyecto serio y paciente en la formación de futbolistas.
- Menos presión mediática para resultados inmediatos y más foco en el desarrollo.
- Estabilidad en la dirección técnica que permita crear una identidad de juego.
- Oportunidades reales para que los jóvenes ganen minutos en ligas competitivas.
Conclusión
El tridente formado por Carlos Vela, Giovani dos Santos y Chicharito fue un fenómeno que combinó talento, química y oportunidad. La selección mexicana actual enfrenta retos importantes para recuperar ese nivel ofensivo, en gran parte por problemas estructurales en la cantera y la búsqueda del espectáculo rápido pero vacío.
Más allá del nombre o la fama, el fútbol mexicano necesita un proyecto integral que priorice la formación y la continuidad para que nuevas generaciones puedan alcanzar y superar aquel tridente que alguna vez hizo soñar a todo un país.

Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.
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