Flor y Canto, entre el discurso progresista y las denuncias por explotación laboral

En los últimos días, un perfil anónimo en Instagram ha comenzado a circular denuncias sobre un espacio cultural y gastronómico conocido como Flor y Canto, el cual se presenta como un lugar feminista, inclusivo y comprometido con prácticas de consumo responsable. Sin embargo, el contenido de estas publicaciones plantea una narrativa muy distinta.

La cuenta ha publicado diversas denuncias en tono irónico y crítico donde se acusa a Flor y Canto de mantener prácticas laborales injustas, despidos por motivos de organización interna entre trabajadoras, precarización del trabajo cotidiano, y una supuesta apropiación del discurso feminista para fines comerciales. Según estas publicaciones, las trabajadoras del lugar realizan labores sin condiciones dignas y bajo esquemas que no garantizan derechos básicos.

Uno de los textos compartidos por el perfil señala: “La sororidad que se creó entre las compañeras de trabajo haciendo que se convirtieran en grandes amigas, a quienes despedimos por organizarse para exigir sus derechos laborales”. Otras publicaciones hacen alusión al uso de ingredientes agroindustriales, la negativa a invertir en equipo adecuado para aligerar las labores manuales, y la contradicción entre los valores que se promueven y las experiencias laborales reportadas.

Flor y Canto se describe en redes como un espacio de slow food, sororidad y creación colectiva. Sin embargo, el perfil denunciante cuestiona si esta imagen corresponde a la realidad vivida por quienes han trabajado ahí. “Nos gusta la rebeldía cuando se trata de frutas, no de nuestras trabajadoras”, se lee en una de las publicaciones, en alusión al trato hacia empleadas que han buscado organizarse.

Por ahora, el espacio señalado no ha emitido un posicionamiento público frente a las denuncias, pero el caso ha comenzado a generar conversación entre usuarias que siguen o han visitado el lugar.

Este tipo de señalamientos vuelve a poner sobre la mesa un debate relevante: ¿hasta qué punto ciertos espacios que se identifican como progresistas o feministas en sus discursos replican prácticas excluyentes o desiguales en la vida cotidiana? ¿Es posible sostener un discurso político sin que se refleje en las condiciones laborales de quienes hacen posible estos proyectos?

Mientras la conversación sigue creciendo en redes, muchas personas comienzan a cuestionarse si basta con declararse “inclusivo” o “sororo”, o si más bien es necesario revisar cómo se aplican esos valores en las relaciones concretas dentro de cada espacio.

admin

Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.

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