
GUERRA COMERCIAL EN LLAMAS: CHINA CONTRAATACA CON ARANCELES DEL 84% A PRODUCTOS ESTADOUNIDENSES
La guerra comercial entre China y Estados Unidos ha entrado en una nueva y peligrosa fase. Este 10 de abril, el gobierno chino anunció la imposición de un arancel del 84% a productos estadounidenses por un valor superior a los 143 mil millones de dólares. La medida fue confirmada como una respuesta directa a los recientes aumentos arancelarios dictados por Donald Trump, quien elevó hasta en un 145% los gravámenes a bienes importados desde el país asiático.
Con esta jugada, Pekín lanza una advertencia clara: está dispuesta a defender sus intereses económicos incluso si eso significa escalar el conflicto. Las consecuencias de esta decisión no tardaron en sentirse: los mercados internacionales reaccionaron con volatilidad, las cadenas de suministro globales comenzaron a tambalearse y empresas de sectores clave, como tecnología, automotriz y agrícola, encendieron las alertas.
“El unilateralismo y el proteccionismo de Estados Unidos no pueden quedar sin respuesta”, declaró el vocero del Ministerio de Comercio chino, subrayando que la medida busca restablecer el equilibrio comercial y proteger a los productores locales.
Además, China envió un mensaje diplomático contundente: está abierta al diálogo, pero solo si se da en condiciones de igualdad y respeto mutuo. De lo contrario, aseguró que tiene los mecanismos y la determinación para sostener el conflicto por el tiempo que sea necesario.
Mientras tanto, Trump se ha mantenido firme en su postura, declarando que las medidas contra China “protegen los empleos estadounidenses” y “frenan prácticas comerciales desleales”. Sin embargo, expertos advierten que esta escalada podría impactar negativamente al consumidor promedio en ambos países, elevando los precios y afectando el poder adquisitivo.
Esta nueva ofensiva en la guerra comercial no solo redefine las tensiones entre dos potencias, sino que reconfigura el tablero económico global. Lo que está en juego ya no es solo una cuestión de tarifas, sino el liderazgo en el siglo XXI.

Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.
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