‘Hermana Muerte’: Paco Plaza, maestro del horror patrio, brilla en Netflix con un cautivador terror posguerra.
Llovió mucho. Paco Plaza, nuestro Paco que quizá llegó demasiado lejos, debuta fantástico en la ficción con El segundo nombre, consolidándose como uno de los nombres a seguir en español. Calificó el título de “fantástico”. Recibió atención por el cortometraje “Abuelitos”. Desde entonces, el Valencia, tanto por sí solo como con la ayuda de Jaume Balagueró, ha demostrado que los sentimientos entonces expresados eran infundados. Después de elevar el perfil del terrorismo de estado con la innovadora película Rec, la carrera de Plaza dio su primer punto de inflexión significativo con Verónica, luego mis películas favoritas de su filmografía: Quien a Hiero Mata y Abuela con su coprotagonista Luis Tosar. La expresión de perfección que mostró fue elevada a la categoría de ejercicio de confirmación de que podía comenzar una nueva era.
Ahora, con “La hermana Muerte”, el cineasta juega la simple carta de combinar el horror religioso con el misterio alucinatorio de libro de texto y adoptar un clasicismo formal, épico, es decir, en cierto modo, un alma negativa. El resultado no es sólo una de las mejores películas del año, dentro y fuera del género, sino una película audaz y maravillosa que evoca el espíritu de Narciso Ibáñez Serrador evitando los absurdos clichés del “cine de plataforma”. , nuestro chicho. . Grandes palabras. La evolución de “Plaza Bus”.
Death of a Sister fue pensada como una secuela de Veronica, pero cualquier similitud entre los dos programas es pura coincidencia. La ambientación nos traslada a la España de Vallecas de posguerra, 1991, y finaliza con la acción en un monasterio cuyos muros agrietados esconden muchos secretos oscuros y más secretos de los que conocemos. . A primera vista puede parecer que sí. Mientras que “Veronica” coquetea con un concepto de terror casi “warennesco” que explora situaciones de la vida real entre el virtuosismo técnico, los decorados de diseño y el ritmo implacable de la obra de James Wan, “Death of a Sister” es mucho más mesurada y mesurada. Totalmente preparado para lo que está por venir. . Actitud tranquila. Utiliza tropos de terror eclesiástico con ingenio y conocimiento, extendiéndolos a la forma, el contenido, la historia e incluso la iconografía profana. Se suele decir que la primera impresión se da con los ojos, y este caso no es una excepción. Quizás lo primero que llama la atención y destaca como declaración de intenciones estilística de esta película es su relación de aspecto 1,37:1. Esto no sólo nos retrotrae a los horrores de la televisión nacional en las décadas de 1960 y 1970, sino que también ayuda a resumir aún más a un protagonista cuya crisis de fe es el menor de sus problemas. Aparte del sabor sobreexpuesto de la iluminación ambiental y la paleta de colores que impregna la historia de tonos extraños e inquietantes, si hay algo que destaca oficialmente en Death of an Aunt es la planificación y la cámara. Paco Plaza optó por la moderación y la elegancia en el manejo de su cámara, tanto en movimiento como en planificación, tras verla en “La abuela”. Por otro lado, esto no significa renunciar a los momentos más aterradores, a la increíblemente impresionante y, en cierto modo, extraña belleza. Esto es correcto. Plaza nunca olvida que se trata de una película de terror y, en lugar de recurrir a sustos absurdos, intenta presentar imágenes espantosas y escenas inquietantes que representan una fantasía cristiana que ya de por sí es aterradora. Pero en una película muy ajustada de 89 minutos, hay espacio para un recurso bastante extraño que, a pesar de su lógica dramática, me pareció una fobia personal. Es solo una historia de la historia sin una historia de la historia, una historia sin gestión, una determinada y simple, es adecuada para todas las partes. Está claro que la combinación del escenario de Plaza y Gerrycahevarria interfiere con la aparición de grietas, cañones y diferencias entre la planificación.
En todo lo anterior, debemos notar que Aria Bedmar, Mara Valdyeso y Louise Mercal y Luisa Merule solo tienen Paco Plaza.
Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.
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