
Ho Chi Minh: El líder que marcó la lucha por la autodeterminación y la justicia social
Ho Chi Minh, conocido como “El tío Ho”, no fue solo el padre fundador de la República Democrática de Vietnam, sino también un símbolo global de la resistencia contra el colonialismo y la opresión imperialista. Su vida y legado trascienden las fronteras de Vietnam y ofrecen lecciones sobre la autodeterminación, la justicia social y la dignidad humana.
Nacido en 1890 en una Vietnam bajo dominio colonial francés, Ho Chi Minh viajó por el mundo absorbiendo ideas revolucionarias, desde el marxismo-leninismo hasta las luchas anticoloniales en Asia, Europa y América. Fue uno de los primeros líderes en articular una visión de independencia nacional unida a la justicia social para las masas oprimidas.
Como fundador del Partido Comunista de Vietnam y líder de la resistencia contra Japón y luego Francia, Ho Chi Minh dirigió un movimiento que no solo buscaba expulsar al invasor, sino también transformar la estructura social para beneficiar a campesinos y trabajadores. Su proclama en 1945 de la independencia de Vietnam, inspirada en los principios universales de libertad y derechos humanos, resonó más allá de su país, alentando a otros pueblos colonizados a luchar por su soberanía.
Más allá del campo militar y político, Ho Chi Minh promovió la educación, la igualdad de género y la cultura popular como herramientas fundamentales para el progreso social. Su liderazgo encarnó la idea de que la emancipación no es solo liberación territorial, sino también transformación profunda de las relaciones sociales y económicas.
Aunque su figura ha sido objeto de controversias y diferentes interpretaciones, la influencia de Ho Chi Minh en la historia contemporánea es innegable. Fue un precursor de los movimientos de liberación nacional y un ejemplo de cómo la determinación popular puede desafiar imperios mucho más poderosos.
En tiempos donde muchas naciones aún luchan contra formas modernas de colonialismo y dominación, recordar el legado de Ho Chi Minh es reconocer que la justicia y la libertad son causas universales que deben ser defendidas con perseverancia y visión estratégica.

Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.
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