Inundaciones en Texas dejan más de 100 muertos y evidencian vulnerabilidad ante crisis climática

Las lluvias torrenciales que azotaron el centro de Texas entre el 4 y el 7 de julio han dejado al menos 119 personas muertas y más de 170 desaparecidas, según los últimos reportes de las autoridades estatales. La catástrofe, provocada por los remanentes del sistema tropical Barry, generó desbordamientos masivos en los ríos Guadalupe y Llano, afectando gravemente zonas como Kerr County, San Antonio y Austin.

El Servicio Meteorológico Nacional calificó el fenómeno como “una de las lluvias más intensas registradas en la región en los últimos 50 años”. En solo tres días cayeron más de 500 mm de agua en áreas que normalmente reciben esa cantidad en tres meses. El gobernador de Texas declaró estado de emergencia en 42 condados, movilizando a la Guardia Nacional para tareas de rescate, apoyo logístico y recuperación de cuerpos.

Las imágenes han sido devastadoras: carreteras completamente anegadas, autos flotando en zonas urbanas, escuelas convertidas en refugios y viviendas arrasadas por la fuerza del agua. Decenas de miles de personas han sido evacuadas, y se estima que más de 250 mil hogares quedaron sin electricidad durante el fin de semana.

Expertos en climatología advierten que este tipo de eventos extremos podrían volverse cada vez más frecuentes y destructivos debido al calentamiento global. “El patrón de lluvias intensas en cortos periodos está directamente relacionado con el aumento de temperatura en la atmósfera, que permite una mayor concentración de vapor de agua”, explicó el climatólogo Raymond Salazar, de la Universidad de Houston.

Diversas organizaciones civiles han denunciado también la falta de infraestructura adecuada para enfrentar este tipo de desastres. Muchas de las comunidades afectadas se encuentran en zonas de alta pobreza y con sistemas de drenaje obsoletos o inexistentes. Además, se ha señalado que gran parte de las advertencias meteorológicas no fueron atendidas con la debida anticipación por autoridades locales.

Mientras continúan las labores de búsqueda de desaparecidos y la evaluación de daños materiales, la tragedia de Texas vuelve a encender las alarmas sobre la falta de políticas públicas efectivas ante el avance de la crisis climática. No se trata, como antes, de catástrofes “excepcionales”, sino de una nueva normalidad que exige respuestas estructurales, no solo paliativos.

Se prevé que las labores de reconstrucción tomen meses y que el impacto económico supere los 5 mil millones de dólares. Pero más allá de las cifras, la emergencia ha dejado claro que el cambio climático no es un problema del futuro: ya está cobrando vidas en el presente.

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Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.

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