La gran alianza espacial entre China y Rusia: así quieren explorar juntos otros planetas habitables
Vladimir Putin y Xi Jinping sellaron en marzo un refuerzo de la cooperación económica y se dieron un fuerte abrazo político para remar en la misma dirección autocrática con el propósito de dar un sorpasso al nuevo orden mundial, cada vez más multipolar. Una alianza estratégica que también mira al espacio: Putin y Xi van a construir de la mano una mega estación para explorar la Luna y buscar otros planetas habitables, además de tratar de rastrear vida extraterrestre.
Fue en una conferencia en San Petersburgo en 2021 cuando Rusia y China desvelaron por primera vez sus planes para construir la llamada Estación Internacionalde Investigación Lunar (ILRS), que debería estar operativa para 2035, con una estación tanto en órbita como en la superficie de la luna, cerca del polo sur del satélite.
Un ambicioso proyecto del que, tras la visita del presidente Xi a Moscú, han vuelto a salir más detalles gracias a una entrevista que ha dado a varios medios chinos el científico Zou Yongliao, jefe de la división de exploración lunar y del espacio profundo de la Academia de Ciencias de China (CAS), la mayor institución de investigación científica y tecnológica del gigante asiático.
Se llevará a cabo la exploración de la formación y se tratará de responder a la pregunta de si estamos solos en el universoZou Yongliao, jefe de la división de exploración lunar y del espacio profundo de la CAS
“Los objetivos principales del ILRS incluirán primero estudiar la evolución de la Luna, para que los científicos puedan construir un módulo estructural detallado del interior lunar”, señalaba Zou al tabloide Global Times. “También se llevará a cabo la exploración de la formación y actividad estelar, se buscarán planetas de origen habitables para la humanidad en el espacio y se tratará de responder a la pregunta de si estamos solos en el universo”. Zou añadía que además se realizarán una serie de experimentos científicos, como el cultivo de plantas en la superficie lunar.
El plan previsto es que la estructura básica de la estación esté completa antes de 2028 y que cuente con módulos de aterrizaje lunares, rovers, sistema de energía, infraestructura de comunicación y un sistema de apoyo a la vida humana. Antes de esa fecha, dentro de la llamada fase de reconocimiento, se lanzarán tres sondas lunares chinas (Chang’e-6, Chang’e-7 y Chang’e-8) y otras tres rusas (Luna 25, Luna 26 y Luna 27).
Wu Weiren, diseñador jefe del programa de exploración lunar de China, dio más detalles hace unos días: “Chang’e-6 intentará recuperar alrededor de dos kilogramos de muestras de las regiones de los polos lunares y devolverlas a la Tierra. Chang’e-7 aterrizará en el polo sur de la Luna para tratar de encontrar hielo y estudiar el medio ambiente y la forma de la región. Chang’e-8 explorará cómo explotar los recursos en el polo sur lunar”.
A partir de 2036, con la estación ya terminada, comenzará la fase de ocupación: los astronautas chinos y rusos podrán vivir y trabajar en la estación, y usarla como primera parada en un largo camino hacia otras misiones espaciales, como buscar otros planetas habitables.
China, en solitario, ya presentó un proyecto para cazar exoplanetas habitables más allá del sistema solar con un telescopio espacial. La misión, llamada Closeby Habitable Exoplanet Survey (CHES), usaría un telescopio que se colocaría en un lugar en el espacio no lejos de la Tierra conocido como el punto L2, la misma ubicación en la que se encuentra el telescopio James Webb de la NASA.
El CHES ofrecerá pistas cruciales para descifrar cómo pueden los planetas convertirse en la cuna de la vidaJi Jianghui, el investigador principal del proyecto
El propósito es explorar alrededor de 100 estrellas similares al sol a una distancia de alrededor de 32 años luz. “Con suerte, se descubrirán aproximadamente 50 planetas similares a la Tierra”, rezaba una nota del proyecto publicada por la televisión estatal CGTN. “El CHES ofrecerá pistas cruciales para descifrar cómo pueden los planetas convertirse en la cuna de la vida”, aseguraba el profesor Ji Jianghui, el investigador principal del proyecto.
En los últimos años, Pekín ha pegado un acelerón en su carrera espacial con hitos como lograr aterrizar por primera vez una sonda en la cara oculta de la Luna. Eso fue en 2019. Un año después, envió al satélite un robot para traer de vuelta hasta dos kilogramos de polvo y rocas lunares.
Con más de 200 cohetes lanzados en la última década, China sigue dando grandes pasos para ser la potencia espacial líder con su nueva estación permanente, Tiangong, que cuenta con tres módulos clave: dos laboratorios de investigación, Wentian y Meengtian, que fueron lanzados en 2022, y el módulo Tianhe, para que habiten los miembros de la tripulación, puesto en órbita en 2021. El pasado verano, Dmitry Rogozin, director de la empresa espacial estatal rusa Roscosmos, planteó durante una entrevista con una televisión china la posibilidad de que el gigante asiático y Rusia podían considerar construir un “módulo para uso ruso” en esta estación espacial.
Para la estación conjunta entre Pekín y Moscú, los científicos de ambos países han asegurado que su proyecto funcionará únicamente como una mega base de investigación. En cambio, funcionarios de Estados Unidos ya manifestaron hace unos meses su preocupación ante la posibilidad de que sus rivales más fuertes pudieran “desarrollar armas espaciales”. Eso es lo que puso sobre la mesa en una reunión, según los medios de Washington, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, quien también destacó el creciente uso de satélites por parte de China para recopilar datos de inteligencia e interceptar comunicaciones.
“Altos funcionarios de defensa discutieron cómo el desarrollo potencial de China y Rusia de sistemas de bombardeo orbital fraccionado y armas espacio-tierra podría afectar la disuasión y la estabilidad estratégica de Estados Unidos”, fue la lectura de aquella reunión para discutir la alianza espacial entre Pekín y Moscú.
Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.
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