
La madurez del gamer: de pasatiempo infantil a identidad generacional
Ciudad de México, 3 de julio de 2025.– Durante décadas, ser gamer fue asociado con la infancia, el ocio sin responsabilidad y, para muchos, con la evasión. Sin embargo, ese estigma ha ido quedando atrás. Hoy, ser gamer no sólo es una forma de entretenimiento, sino una identidad compartida por millones de personas en todo el mundo que crecieron con consolas, computadoras y mundos digitales como parte integral de su formación cultural.
La industria del videojuego, que ya supera en ingresos al cine y la música juntos, ha dejado de ser terreno exclusivo de adolescentes. El promedio de edad del jugador ha aumentado considerablemente, y en países como México, Estados Unidos o España, gran parte del público gamer tiene entre 25 y 40 años. Lejos de abandonar los controles al entrar a la adultez, muchos han convertido su afición en profesión, comunidad o incluso en una forma de activismo.
Este fenómeno ha generado una transformación en el tipo de videojuegos que se consumen. Títulos como The Last of Us, Red Dead Redemption 2, Baldur’s Gate 3 o Death Stranding proponen historias complejas, dilemas éticos y experiencias que apelan a un público con bagaje emocional y cultural. La nostalgia también juega un papel importante: remakes, remasterizaciones y referencias a clásicos de los 90 y 2000 han cimentado un puente entre generaciones.
Pero más allá del contenido, lo que define al gamer contemporáneo es su papel activo en la cultura digital. Ya no se trata solo de jugar, sino de crear contenido, participar en comunidades, asistir a eventos o discutir críticamente los productos que consume. Plataformas como Twitch, Discord, Reddit y TikTok han creado espacios donde el gamer no es un consumidor pasivo, sino un agente con voz, influencia y memoria histórica.
Esta madurez también implica nuevas tensiones. La industria ha sido señalada por prácticas laborales abusivas, modelos de monetización agresivos y una falta de diversidad en muchos de sus productos. Frente a esto, la comunidad gamer ha comenzado a organizarse y exigir cambios, promoviendo espacios más inclusivos, narrativas más ricas y mejores condiciones para los desarrolladores.
En paralelo, los videojuegos han demostrado su capacidad para formar habilidades cognitivas, fortalecer el pensamiento estratégico, fomentar el trabajo en equipo e incluso ofrecer plataformas para explorar temas como la salud mental, la identidad o el duelo. Universidades, terapeutas y empresas han comenzado a tomar en serio lo que antes era descartado como un mero pasatiempo.
Ser gamer en 2025 no es una etapa, es una forma de estar en el mundo. Es leer la realidad con otra lógica, una que entiende que el juego no es lo opuesto a la seriedad, sino una vía legítima para narrarnos, reflexionar y construir comunidad. El gamer adulto ya no es una rareza: es el nuevo rostro de una cultura que, lejos de apagarse, sigue evolucionando.Preguntar a ChatGPT

Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.
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