
LA SAGA DEL PADRINO: UNA TRAGEDIA MODERNA A LA MEDIDA DE MAQUIAVELO
La historia de la familia Corleone, llevada a la gran pantalla por Francis Ford Coppola entre 1972 y 1990, no solo se consolidó como un hito del cine norteamericano, sino como un retrato brutalmente honesto de las dinámicas del poder. Sin embargo, detrás de sus célebres diálogos, su atmósfera sombría y sus personajes inolvidables, El Padrino oculta una arquitectura ideológica profundamente inspirada en los postulados de Nicolás Maquiavelo. Lejos de ser una simple historia de mafiosos, la saga es una reinterpretación contemporánea de El Príncipe en clave italoamericana.
El poder no se pide, se toma
Michael Corleone, interpretado por Al Pacino, representa el ideal maquiavélico del gobernante que entiende que la moral común no se aplica en la esfera del poder. Su transformación de un joven ajeno a los negocios familiares en un líder implacable responde a la lógica expuesta por Maquiavelo: el príncipe debe aprender a no ser bueno, cuando la supervivencia del Estado —o de la familia— así lo exige.
A lo largo de la saga, Michael sacrifica vínculos personales, viola códigos éticos y perpetúa traiciones necesarias para consolidar su dominio. Como lo señala Maquiavelo, “el fin justifica los medios”, siempre que el fin sea el mantenimiento del poder. Y Michael lo entiende con precisión quirúrgica.
Virtud y fortuna: el arte de aprovechar el momento
Para Maquiavelo, el líder eficaz debía poseer virtù, es decir, la capacidad de imponerse a la fortuna (el azar) mediante la fuerza, la astucia y la oportunidad. Don Vito Corleone, magistralmente interpretado por Marlon Brando, es la encarnación de esta idea: un hombre que construye su imperio desde la marginalidad, que sabe cuándo usar la diplomacia y cuándo recurrir a la violencia. El uso de la frase “Le haré una oferta que no podrá rechazar” no es una amenaza gratuita, sino la representación perfecta del equilibrio maquiavélico entre persuasión y fuerza.
El crimen como herramienta política
En la lógica de Maquiavelo, los actos crueles, si bien deben ser dosificados y usados con prudencia, pueden resultar útiles si consolidan el poder. La ejecución de Sollozzo, la traición a Fredo, el asesinato de los jefes rivales al cierre de la primera película: todos son actos brutales pero estratégicamente ejecutados para garantizar el orden dentro del universo Corleone. La mafia, entonces, no es un simple grupo delictivo, sino un Estado paralelo con su propia lógica de gobernabilidad.
El precio de gobernar: aislamiento y decadencia
Si bien Maquiavelo justifica la crueldad cuando es útil al poder, también advierte del peligro de no saber retirarse a tiempo. El Padrino III muestra a un Michael envejecido, enfermo, atormentado por sus decisiones pasadas y aislado de todo vínculo afectivo. Ha gobernado, ha vencido, pero ha perdido el alma. Un recordatorio de que incluso el príncipe más astuto no puede escapar de las consecuencias morales de sus actos.
Más allá de la mafia: la universalidad del poder
El Padrino trasciende su contexto para hablar del poder en todas sus formas. Desde la política empresarial hasta el crimen organizado, la saga revela que el verdadero poder rara vez es limpio. En un mundo donde la legalidad y la ética no siempre coinciden, la lectura maquiavélica de la obra de Coppola cobra especial relevancia.
Así, El Padrino no solo narra la historia de una familia mafiosa, sino que, al igual que El Príncipe, se erige como un manual oscuro y elegante sobre la condición humana cuando esta se enfrenta al vértigo de la dominación. Y como todo clásico, sus enseñanzas siguen vigentes, incómodamente actuales, cincuenta años después de su estreno.

Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.
Ver másEn 1954, Akira Kurosawa dirigió una película que no solo redefiniría el cine japonés, sino que influiría en la narrativa …
Stanley Kubrick es considerado uno de los directores más influyentes y meticulosos de la historia del cine. Su filmografía, aunque …
En una época donde el ritmo acelerado parece devorar todo a su paso —incluyendo la paciencia del espectador—, las películas …