Los salvadoreños se dirigen a las urnas este domingo atraídos por la política de ‘mano dura’ de Bukele.
Los salvadoreños votarán en la primera vuelta de las elecciones presidenciales y parlamentarias el domingo, lo que marca un paso adelante para el presidente Nayib Bukele, quien ha mantenido la violencia de las pandillas al mínimo gracias a políticas duras que han sido cuestionadas por su gobierno. Había órganos involucrados.
El presidente de 42 años recibió el 81,9 por ciento del voto antinuclear entre cinco candidatos, ninguno de los cuales obtuvo menos del 5 por ciento, según una reciente encuesta de la Universidad de Centroamérica (UCA). votar. La mayoría de los estudios proporcionan datos comparables. En definitiva, si obtiene más del 50% de los votos, será reelegido sin votación. A diferencia de los países con potencias hegemónicas, el partido de oposición no intentó presentar un candidato único. En realidad, se prevé que se debilitará considerablemente. Los siguientes dos hombres a una distancia astronómica de Bukele son Manuel Flores, exmiembro del ultraizquierdista Frente de Liberación Nacional Farabundo Martí (FMLN), y el empresario Joel Sánchez, de la derechista Liga Republicana Nacionalista (Arena).
Estos dos partidos dominaron la política de El Salvador después de la guerra civil que asoló el país de 1980 a 1992. Hasta que llegó Bukele en 2019 y completó el sistema de dos niveles.
Los otros tres candidatos son el ginecólogo José Renderos (Fuerza Solidaria), el abogado Luis Parada (Nuestros Tiempos) y la arquitecta Marina Murillo (Hermandad Patriótica de El Salvador). mantener la hegemonía
En un video difundido en las redes sociales hace unos días, Bukele llamó a mantener la hegemonía de su partido en la legislatura, Nuevas Ideas, a través del voto, uno de los pilares de su éxito. En implementación. .
“El 4 de febrero debemos preservar nuestros logros en materia de seguridad. Nuevas Ideas cuenta actualmente con un número de candidatos cualificados. Pero si tenemos un representante menos, perdemos nuestra mayoría y arriesgamos la lucha contra las pandillas”, explicó. El Primer Ministro Bukele dijo: “Sin esta mayoría, es imposible extender el estado de emergencia, elegir a los jueces de la Corte Suprema y al Fiscal General” y “Es imposible profundizar la reforma judicial”. Significa “ganar la guerra”.
Pero su dominio está generando preocupación en algunos sectores. Al presentar el estudio, el vicecanciller de la OUA, Omar Serrano, expresó confianza en que en el pequeño país de seis millones de habitantes las elecciones son “una especie de ritual que las hace funcionar en interés de quienes están en el poder”, como lo han hecho desde entonces y a lo largo de la historia. . .” gente.
Advirtió: “Nos estamos acercando a un gobierno de partido único o a un partido hegemónico que sólo existe en ‘regímenes no democráticos’. “Depende de la política de seguridad del gobierno, especialmente del estado de emergencia”, aseguró el académico a los presentes.
La economía y el desempleo han reemplazado a la violencia, pero tiene más que ver con las emociones. “No peleamos con angelitos”
La ofensiva represiva de Bukele se convirtió en un símbolo tanto dentro como fuera de El Salvador. El político, que también fue alcalde de San Salvador antes de ser elegido presidente, declaró una “guerra de pandillas” y declaró a principios de 2022 el estado de emergencia, que desde entonces ha entrado en vigor y ha puesto a más de 70.000 personas tras las rejas. Fue acusado de pertenecer a una pandilla. El país que tanta sangre derramó bajo el yugo de terribles pandillas se ha convertido en uno de los más seguros de América Latina. De hecho, una encuesta realizada por la consultora Cid Gallup encontró que esta zona tiene la menor percepción de criminalidad. El presidente proviene de una familia dedicada a la publicidad y está bien versado en todos los aspectos de la propaganda. La prueba de ello es que localizó y arrestó meticulosamente a decenas de pandilleros, los esposó y los llevó al nuevo centro antiterrorista (que, según dijo, era “la prisión más grande de todo el país”). ) y familias tranquilas en las calles. “No estamos luchando contra angelitos, sino contra el mismo diablo”, afirmó.
Modelo “extremadamente represivo”.
Sus medidas han gozado de un alto grado de aprobación entre los salvadoreños, pero opositores y activistas de derechos humanos condenan las detenciones masivas arbitrarias, las desapariciones forzadas, la tortura y la erosión del orden institucional. El gobierno, que niega las acusaciones, anunció en agosto pasado que liberaría a 7.000 presos, afirmando que era “una señal de que el sistema judicial está funcionando correctamente”.
En diciembre pasado, Amnistía Internacional (AI) informó en un informe exhaustivo que “detrás de la cortina de seguridad”, el gobierno salvadoreño está “reemplazando cada vez más la violencia de las pandillas” adoptando un modelo de seguridad “altamente represivo” que criminaliza e inhabilita a los grupos vulnerables. Derechos humanos. Como resultado, varias organizaciones, incluidas las Naciones Unidas y la Unión Europea (UE), llamaron al gobierno de El Salvador a poner fin al estado de emergencia. Pero el ministro de Justicia, Gustavo Villatoro, insistió en que las medidas continuarían “hasta el último arresto”. Colocación controvertida
Para asegurar la candidatura de Bukele, la Asamblea Nacional del país centroamericano concedió al presidente una licencia especial de seis meses y lo reemplazó por Claudia Juana Rodríguez de Guevara como “designada presidencial”.
A pesar del amplio apoyo público, la candidatura de Bukele a un segundo mandato consecutivo no estuvo exenta de controversia. Esto se debe a que la decisión la toman los magistrados del TSE designados por la mayoría oficialista en la Asamblea Nacional, a pesar de que la Constitución prohíbe explícitamente la reelección inmediata. Soluciones que permitan la competencia. La politóloga y socióloga Carolina Ovares-Sánchez argumentó en el periódico digital Divergentes que si bien la flexibilidad en los límites del mandato presidencial “puede ser democráticamente legítima”, en el caso de El Salvador, “la manipulación de las reglas electorales conduce a la manipulación del poder”.
El experto añadió: “El incidente de El Salvador expone el abuso y la concentración de poder”, y agregó: “Esto demuestra que el impulso a la reelección es un paso hacia el autoritarismo”. Pero el país centroamericano parece encaminarse hacia la jornada electoral sin sorpresas que puedan presagiar por el momento una nueva era de ‘bouchelismo’.
Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.
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