
Morena: principios, convicción y amor al pueblo
Por Andrea Serna Hernández
¿Qué proyecto ha transformado a México sin resistencias, sin rebeldía? Ninguno. Así como ningún derecho se ha conquistado sin lucha, sin levantar la voz, sin incomodar, ninguna transformación verdadera se ha dado sin cuestionar a las y los poderosos, sin quitarles privilegios a unas y unos cuantos para garantizar derechos, derechos humanos.
Morena no nació para complacer a las élites, ni para simular cambios que mantuvieran los mismos vicios de siempre. Morena nació para romper con el viejo régimen, con esa política que se volvió sinónimo de corrupción, de injusticia y de abandono al pueblo. Nació porque millones de mexicanas y mexicanos dijimos: “¡Basta!”.
Cuando el 9 de julio de 2014 se obtuvo el registro como partido político, muchas y muchos nos despreciaron, se burlaron, nos llamaron ilusas, ilusos. Decían que era una aventura, que no teníamos estructura, que no aguantaríamos. Pero quienes veníamos desde abajo, quienes habíamos caminado años y años tocando puerta por puerta, organizando comités, hablando con la gente en plazas públicas, sabíamos que lo que estábamos construyendo era más que un partido: era una causa, era el inicio de la Cuarta Transformación.
Recuerdo con claridad lo que vivimos en estados como Michoacán. Ahí también resistimos desde abajo. Ahí estaban las juventudes—muchachas y muchachos— haciendo asambleas bajo la lluvia, intercambiando libros, organizando actividades sin más recurso que su convicción. Ahí estuvimos caminando junto a los pueblos originarios que luchaban por ejercer su derecho al autogobierno, no porque alguien les diera permiso, sino porque les pertenece por historia, por dignidad, por justicia. Aprendimos que la política no se hace desde los escritorios, sino desde el territorio, desde las comunidades y la esperanza de la gente.
Hoy, once años después, Morena ya no es una idea; es una realidad. Gobernamos en 24 estados. Tenemos mayoría en el Congreso. Y lo más importante: el pueblo eligió, con libertad y con claridad, a la primera mujer presidenta de México. Claudia Sheinbaum es honesta, preparada, humana y profundamente comprometida con el pueblo. Y eso nos llena de orgullo, pero también nos llama a la responsabilidad.
Porque si algo debe quedarnos claro, es que Morena no puede perder su esencia. Morena no es una plataforma para buscar cargos ni una agencia de colocación. Morena es el instrumento del pueblo para transformar al país. Por eso debemos cuidar el movimiento. Como lo dijimos desde el principio, hay sumas que ayudan y sumas que restan. No se trata de rechazar a nadie, pero sí de exigir que quien se sume lo haga con principios, con convicciones, con amor al pueblo y no con ambición personal.
Lo ha dicho con mucha claridad la presidenta Claudia Sheinbaum: este camino fue construido por el pueblo, por los movimientos sociales, por las comunidades que durante años resistieron. Morena no puede convertirse en un vehículo para intereses ajenos a ese origen. No lo permitiremos.
Por eso, debemos tener memoria. No olvidemos que llegamos aquí no por alianzas cupulares, sino por organización, por trabajo, por compromiso con la gente. Nuestra victoria no fue obra de una campaña ni resultado de una estrategia de marketing. Fue la consecuencia de una lucha de décadas. De muchas derrotas, sí, pero también de mucha dignidad. Porque esta transformación nació en las bases, y ahí debe permanecer.
La Cuarta Transformación no es una meta que ya alcanzamos, es un proceso que sigue en marcha. Y ese proceso implica seguir enfrentando resistencias, seguir combatiendo la desigualdad, seguir actuando con honestidad y justicia. Transformar no es fácil. A veces incomoda. Pero como lo dijo ya saben quién: el poder solo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de las y los demás.
Si hay que seguir incomodando, lo haremos. Si hay que seguir caminando, lo haremos. Porque la transformación no es un discurso: es un compromiso de vida con el pueblo. Y Morena, si quiere seguir siendo la esperanza de México, debe seguir siendo del pueblo, con el pueblo y para el pueblo.

Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.
Ver másLa titular de la Secretaría de Igualdad Sustantiva y Desarrollo de las Mujeres Michoacanas (Seimujer), Ale Anguiano, respondió con contundencia …
En el marco del 11° aniversario de Morena, la morenista Gladyz Butanda aseguró que la Cuarta Transformación sigue firme gracias …
• Se otorga un apoyo mensual de 4 mil pesos Morelia, Michoacán, 12 de julio de 2025.- Las incorporaciones al Programa …