Muere Abimael Guzmán, lider de la guerrilla maoista de Perú conocida como Sendero Luminoso
Se presume que el líder guerrillero pudo haber tenido nexos con el Ejército Popular Revolucionario, uno de los únicos grupos armados insurgentes restantes en México
Abimael Guzmán, el líder ideológico del grupo guerrillero peruano, Sendero Luminoso, murió el día de ayer en su celda, donde purgaba una cadena perpetua desde 1992. El exprofesor de filosofía dirigió una guerra contra el gobierno de Perú que dejó miles de muertos y desaparecidos. Además, según un informe de seguridad peruano, asesoró la formación del Ejército Popular Revolucionario (EPR) en México.
La historia del Sendero Luminoso comienza con el viaje de Abimael a China, a finales de la década de 1960. Allá quedó encandilado por la revolución comunista de Mao Tse Tung, e importó sus enseñanzas a Perú, donde formó el grupo armado Sendero Luminoso.
Durante esos años, en varios países de América Latina surgieron este tipo de grupos guerrilleros, fuertemente allegados a la ideología comunista. Entre los más violentos destacan Sendero Luminoso, con un saldo de alrededor de 69,000 personas muertas o desaparecidas, según una Comisión de Verdad, o las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Con menos intensidad, pero con algunos episodios de violencia, en México destaca la presencia del Ejército Popular Revolucionario y su brazo político, el Partido Democrático Popular Revolucionario (PDPR).
Su primera aparición pública fue en el 28 de junio de 1996 en Guerrero, durante el aniversario de la matanza de campesinos conocida como La Masacre de Aguas Blancas. Desde que surgió, el EPR fue ligado a Abimael Guzmán y al Sendero Luminoso.
Apenas unos meses después de que se dio a conocer el EPR, el Servicio de Inteligencia Nacional de Perú y la Dirección Nacional Contra el Terrorismo dieron un informe conjunto en el que aseguraban que Abimael había asesorado la formación del grupo guerrillero.
Según el informe, publicado en noviembre de 1996 por el periódico limeño El Comercio, el gobierno de Perú entregó al entonces procurador general de México, Antonio Lozano Gracia, información donde revelaba que en 1991 (previo a su encarcelamiento), Abimael Guzmán tuvo contacto con el entonces naciente Ejército Popular Revolucionario de México.
Y no sólo eso, sino que también aseguró que existía un grupo de refugiados peruanos en México que daba apoyo activo al EPR.
El Ejército Popular Revolucionario no tardó en responder a dichas declaraciones:
“Queremos aclarar que esta versión es totalmente falsa y tiene como objetivo descalificarnos ante la opinión pública, al pretender explicar nuestra lucha como producto, no de la injusta situación que priva en la nación, sino de esfuerzos surgidos fuera de nuestra patria. ¡Como si no hubiera en México razones suficientes para anhelar el cambio social y emprender la lucha por lograrlo!”
El EPR se desmarcó del Sendero Luminoso y del Euskadi Ta Askatasuna (ETA) -con quien también fue acusado de mantener relaciones-, aunque comparte la ideología maoísta que profesaba Abimael Guzmán.
En sus inicios, las ofensivas del EPR se limitaron a los estados de Guerrero y Oaxaca, donde emboscaron directamente al ejército y las fuerzas de seguridad mexicanas provocando varias bajas. Sin embargo, con el cambio de milenio, inauguraron una nueva etapa táctica.
El 6 de noviembre del 2006, Vicente Fox Quesada atribuyó la detonación de tres artefactos explosivos en la Ciudad de México -entonces Distrito Federal- al EPR, sin que ellos hicieran pronunciamiento alguno al respecto. En aquella ocasión, las explosiones fueron en las instalaciones nacionales del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
En el 2007 el EPR se adjudicó dos explosiones en ductos de Petróleos Mexicanos (PEMEX). La organización guerrillera dice haber cometido esos actos en represalia por el encarcelamiento de algunos miembros de su organización.
Ya durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el Ejército Popular Revolucionario se ha limitado a rechazar la creación de la Guardia Nacional y a descalificar la administración del mandatario.
Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.
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