OVNIs: ¿Mensajeros del más allá o espejos de un imperio en decadencia?

La historia oficial dice que no sabemos qué son. Pero la verdadera pregunta es: ¿por qué aparecen justo cuando más necesitamos creer que hay algo más allá del desastre humano?

Desde los Foo Fighters en la Segunda Guerra Mundial hasta los avistamientos masivos en los años 90 y los recientes videos desclasificados por el Pentágono, los objetos voladores no identificados han estado siempre en el límite entre la verdad y la mitología. Pero más allá del misterio físico, los OVNIs revelan algo más profundo: el estado mental de una civilización que ya no confía en sí misma.

Durante la Guerra Fría, los platillos voladores fueron símbolo de una amenaza tecnológica foránea —casi siempre asociada a los soviéticos o a una fuerza más avanzada. Pero con el paso del tiempo, la narrativa mutó: los extraterrestres dejaron de ser conquistadores para volverse observadores pasivos, tal vez incluso salvadores silenciosos. ¿No es esto sintomático de una humanidad que ha perdido la esperanza en sí misma y delega la redención a lo que viene del cielo?

El periodista e investigador Richard Dolan ha señalado que la historia de los OVNIs está entrelazada con los intereses militares y la manipulación informativa. Cada filtración, cada testimonio “casualmente” desclasificado, cada nuevo comité del Congreso de EE.UU. podría no ser una búsqueda de la verdad, sino parte de una coreografía de distracción. En un mundo donde todo se filtra, ¿por qué lo más “clasificado” siempre se filtra justo cuando hay una crisis política?

Y luego está el ángulo filosófico: ¿qué pasaría si los OVNIs no fueran naves, sino tecnologías simbólicas? Si fueran, como sugiere Jacques Vallée, manifestaciones adaptativas de una inteligencia desconocida, que adopta la forma que mejor encaja en el inconsciente colectivo del momento. A los campesinos medievales les hablaban vírgenes, a los contactados del siglo XX los visitaban humanoides rubios y ahora los pilotos de cazas graban esferas con sensores térmicos.

La pregunta ya no es si existen, sino por qué siempre aparecen cuando el sistema está al borde del colapso. ¿Son una válvula de escape? ¿Una distracción sembrada desde dentro del aparato de poder? ¿O realmente un espejo de lo que tememos y deseamos?

Tal vez los OVNIs no vengan del espacio exterior. Tal vez vengan del futuro. Tal vez sólo aparecen cuando una civilización necesita enfrentarse a su propia insignificancia.

Y nosotros, como especie, no estamos preparados para mirar ese reflejo.