OVNIs y poder: cómo los avistamientos han sido usados como herramienta política

A lo largo del último siglo, los objetos voladores no identificados —OVNIs o UFOs, por sus siglas en inglés— han sido fuente de misterio, fascinación… y manipulación. Más allá del eterno debate sobre si “estamos solos en el universo”, hay una pregunta que rara vez se formula con seriedad: ¿quién se beneficia cuando el público mira al cielo?

Desde los años 40, los avistamientos de OVNIs han servido no solo como material para ciencia ficción o teorías de conspiración, sino también como instrumento político y militar, ya sea para distraer, encubrir tecnología secreta o canalizar temores colectivos.

Caso Roswell y el nacimiento de la cortina perfecta

En 1947, el supuesto choque de una nave extraterrestre en Roswell, Nuevo México, marcó el inicio del fenómeno OVNI moderno. Sin embargo, documentos desclasificados revelaron que lo que cayó fue un globo espía del proyecto secreto Mogul. ¿Por qué entonces alimentar la narrativa alienígena? Porque era más útil que admitir un programa de espionaje en plena Guerra Fría. La teoría extraterrestre se volvió, paradójicamente, la tapadera perfecta para ocultar la verdad.

La Guerra Fría: aliens como distracción estratégica

Durante las décadas de los 50 y 60, en plena paranoia nuclear, los gobiernos —especialmente el de EE.UU.— entendieron que los OVNIs eran una excelente válvula de escape para la opinión pública. Cuando la tensión con la URSS subía, también lo hacían los reportes de luces en el cielo. ¿Coincidencia? Difícil de creer. Incluso la CIA admitió que muchos avistamientos eran en realidad pruebas de aeronaves como el U-2 o el SR-71, tecnologías que excedían por mucho lo conocido por los civiles de la época.

Extraterrestres en tiempos de crisis

En momentos clave, los OVNIs resurgen como fenómeno mediático. Después del 11-S, durante las guerras en Medio Oriente, o tras crisis económicas, el tema vuelve a los titulares. En 2020, en plena pandemia, el Pentágono desclasificó videos de “fenómenos aéreos no identificados” sin una explicación clara. Para muchos, era un intento de redireccionar la atención pública en un momento de incertidumbre global.

¿Y si el fenómeno sí es real… pero no como creemos?

Otra hipótesis inquietante sugiere que los OVNIs son reales, pero no extraterrestres. Podrían ser tecnología avanzada de potencias rivales, o incluso de proyectos ultra secretos de origen nacional. En este escenario, mantener el mito alienígena sería útil para evitar preguntas más peligrosas: ¿quién posee esta tecnología? ¿con qué fines? ¿y por qué no la conocemos?

El problema del encubrimiento selectivo

Cuando exmilitares o exagentes afirman haber visto naves no humanas o recuperado restos “biológicos no humanos”, como ha ocurrido en recientes audiencias en EE.UU., los gobiernos reaccionan con una mezcla de ambigüedad y silencio. Esta postura alimenta el misterio, pero también protege a las verdaderas estructuras de poder detrás del fenómeno, sean humanas o no.

Mirar al cielo sin olvidar el suelo

Creer o no en los extraterrestres es casi irrelevante frente al verdadero dilema: los OVNIs han sido usados como herramienta política. No importa si hay marcianos allá afuera; lo que importa es que, cada vez que miramos al cielo esperando respuestas, hay alguien aquí abajo moviendo las piezas del tablero.