Por qué el fin del ‘interinato’ de Guaidó no le quita el pesado lastre a la oposición venezolana
La oposición venezolana, conformada por el llamado G3 – coalición de los partidos Primero Justicia (PJ), Un Nuevo Tiempo (UNT) y Acción Democrática (AD)–, dio el paso protocolar, por medio de una “sesión virtual”, para sacar a Juan Guaidó no solo de la presidencia interina, sino de la supuesta ‘junta directiva de la Asamblea Nacional’, cuyo período constitucional expiró en enero de 2021, pero que aun mantienen como instancia paralela.
Recordemos que los diputados del anterior lapso legislativo escogieron a Guaidó como supuesto “presidente interino”, debido a que había sido electo como jefe de la Asamblea Nacional en funciones. Ese cargo, hoy se lo han otorgado a Dinorah Figuera, una dirigente de PJ.
Con esto, del “efecto Guaidó” no queda ni el simulacro. Pero hay que advertir que la instancia legislativa –cuya validez en nula– aún se mantiene de manera paralela y puede traer peores dolores de cabeza, porque ahora la Plataforma Unitaria o G3 tendrá que transitar hacia la normalización política cargando con el pesado lastre de la responsabilidad, que antes descansaba en Guaidó, sobre los activos venezolanos en el exterior.
Estos partidos han decidido, hasta ahora, mantener vigentes las comisiones encargadas de controlar importantes bienes en el extranjero: una junta ad hoc para Citgo (la filial petrolera venezolana radicada en EE.UU.), otra que actúa usurpando las funciones del Banco Central de Venezuela en el exterior, y una “comisión para la administración del gasto y la protección de los activos”. Aún no aclaran si dichas instancias estarán constituidas por las mismas personas o habrá cambios al respecto.
Con esto, el esperado regreso de la oposición a la vía electoral tendrá que transitar por medio de territorio “apache”. Por un lado, señalada por el gobierno de expoliación de los recursos y, por el otro, acusada por la oposición radical de ser “funcionales al régimen”, “entreguistas” y “corruptos”, y con este argumento desacatar el nuevo giro hacia la estrategia electoral, después de cuatro años de llamados sediciosos.
El esperado regreso de la oposición a la vía electoral tendrá que transitar por medio de territorio “apache”. Por un lado, señalada por el gobierno de expoliación de los recursos y, por el otro, acusada por la oposición radical de ser “funcionales al régimen”.
Esta oposición radical controla los medios, las redes y los influencers de ese bando político, por lo cual, muy seguramente, veremos una “masacre virtual” contra todo actor opositor que se adapte a las nuevas condiciones.
Leopoldo López, el líder radical en el exilio y fundador de Voluntad Popular, el partido de Guaidó, comenzó a abrir fuego, definiendo lo sucedido como una “traición” y una decisión que busca “lavarle la cara a Maduro”.
El debate ‘post interinato’, que apenas comienza, podría impedir la cordura necesaria para establecer, por consenso, una estrategia político-electoral. Por ello, las primarias –la gran panacea de la unidad– han quedado relegadas del debate.
El final de una estrategia
Cuando en septiembre de 2018, el entonces presidente de EE.UU., Donald Trump, respondió que “todas las opciones están sobre la mesa” cuando le preguntaron sobre una posible invasión a Venezuela, se desarrollaba la estrategia de “máxima presión” sobre el gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Todavía no existía el interinato del aún desconocido diputado Juan Guaidó.
Instalado el gobierno paralelo, en pleno Palacio Legislativo en Caracas, en enero de 2019, la oposición viviría una embriaguez pro intervencionista que traería una resaca de nefastas consecuencias.
Ponerle fin al ya prácticamente inexistente internado de Guaidó, en el seno de una directiva “virtual” que ni siquiera forma parte de la Asamblea Nacional actual, es la decisión más importante, aunque tardía, que ha tomado la oposición desde que asumió el camino insurreccional. Pero su estabilización política sigue estando en entredicho.
Ahora estos partidos tendrán que bregar para que los activos, controlados por EE.UU. y Reino Unido, vuelvan al gobierno del presidente Maduro, ya que el Gobierno puede acusarlos legítimamente de expoliación.
Se entiende que acabar con la “presidencia interina” y mantener un “legislativo paralelo” (al que ni siquiera le han puesto fecha de caducidad) busca ir extinguiendo, por partes, el experimento del interinato. Pero, si Washington se niega a permitir la devolución de los recursos y los sectores políticos de oposición sabotean la entrada al carril electoral, la estrategia no tendrá cabida y será fallida.
Lo más tragicómico para la oposición es que este “parlamento virtual” ahora será dirigido desde el exilio. A diferencia de Guaidó, tanto la nueva “presidenta” como el resto de la directiva, compuesta por Marianella Fernández (UNT) y Auristela Vásquez (AD), ni siquiera viven en Venezuela.
Lo más tragicómico para la oposición es que este “parlamento virtual” ahora será dirigido desde el exilio. A diferencia de Guaidó, tanto la nueva “presidenta” como el resto de la directiva, compuesta por Marianella Fernández (UNT) y Auristela Vásquez (AD), viven en el exterior y no han tenido ninguna participación en la política venezolana desde hace varios años.
Queda por ver si la reacción del gobierno venezolano contra esos tres partidos, que aun sustentan un “legislativo paralelo”, será matizada por los resultados del proceso de negociación.
Mientras tanto, en la verdadera AN
Como todo 5 de enero, según mandato constitucional, se instaló la nueva junta directiva de la Asamblea Nacional, presidida por Jorge Rodríguez, quien declaraba desde el podio: “En esta hora de victoria absoluta, debo decir que debemos estar alerta porque esto no quiere decir que haya pasado el peligro“.
A finales de noviembre, el presidente Nicolás Maduro había definido el esquema de las negociaciones con la oposición: “Si quieren elecciones libres, queremos elecciones libres de sanciones. Ahí está el dilema, que las quiten todas para ir a unas elecciones libres, frescas, en el tiempo que se determine el Consejo Nacional Electoral y la Constitución”.
Entonces, el escenario electoral de 2024 está condicionado a la decisión de EE.UU. de retirar el bloqueo que ha mantenido desde la gestión del expresidente Donald Trump, y devolver los activos, permitiendo la cabal entrada de la oposición en la ruta de los votos.
Por ahora, los activos se convertirán en un lastre que la oposición tendrá que arrojar, aunque esa es una decisión que se tomará en Washington.
Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.
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