
Silicio y soberanía: la nueva carrera por los semiconductores
En la era digital, los semiconductores no solo son componentes clave para teléfonos, computadoras y automóviles; también se han convertido en el epicentro de una lucha geopolítica por la soberanía tecnológica. Países como Estados Unidos, China, Corea del Sur y Taiwán libran una silenciosa pero feroz competencia por el control de su producción, desarrollo e innovación.
Los semiconductores, comúnmente conocidos como chips, son el “cerebro” de todo aparato electrónico moderno. Su escasez durante la pandemia evidenció una dependencia global concentrada en muy pocos países, especialmente en Taiwán, cuya empresa TSMC produce más del 50 % de los chips avanzados a nivel mundial. Esta vulnerabilidad estratégica encendió las alarmas en las principales potencias tecnológicas.
Como respuesta, Estados Unidos aprobó en 2022 la CHIPS Act, con una inversión de más de 50 mil millones de dólares para reactivar la manufactura nacional. China, por su parte, destinó recursos millonarios a fortalecer su industria de chips en medio de sanciones tecnológicas impuestas por Washington. Europa también lanzó su propia estrategia para asegurar el suministro y evitar una dependencia crítica.
Más allá del terreno económico, esta competencia representa una batalla por el futuro: quien controle los semiconductores tendrá ventaja en áreas tan diversas como inteligencia artificial, defensa, comunicaciones y exploración espacial.
Mientras tanto, América Latina se mantiene al margen de la carrera, con escasa inversión en investigación tecnológica y sin presencia relevante en la cadena global de valor de los semiconductores. La dependencia regional es total, lo que plantea preguntas urgentes sobre soberanía tecnológica, desarrollo industrial y autonomía en tiempos de transformación digital.

Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.
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