
Telstar: el satélite que convirtió al mundo en una aldea global
Washington D.C., 1962.– El 10 de julio de 1962, a las 3:35 de la madrugada, despegó desde Cabo Cañaveral un cohete Delta que llevaba consigo un artefacto del tamaño de una pelota de playa. Lo que parecía un experimento técnico más, se convertiría en uno de los avances más revolucionarios del siglo XX: el nacimiento de las telecomunicaciones vía satélite. A bordo del cohete viajaba el Telstar 1, el primer satélite capaz de transmitir señales de televisión, llamadas telefónicas y datos a través del espacio.
Lo que Telstar logró fue más que un avance técnico: fue el inicio real de la globalización de las comunicaciones. Por primera vez, era posible enviar imágenes de video en vivo entre Europa y América del Norte. Apenas un día después de su lanzamiento, el satélite transmitió con éxito la primera señal televisiva transatlántica en vivo, que incluyó imágenes de la Torre Eiffel, la Estatua de la Libertad y un discurso del presidente John F. Kennedy.
Tecnología en plena Guerra Fría
El desarrollo de Telstar fue financiado por AT&T, en colaboración con la NASA, Bell Labs y agencias espaciales europeas. No era solo un proyecto científico: era también una declaración de poder tecnológico en plena Guerra Fría. Mientras la Unión Soviética lideraba la carrera espacial con hazañas como el Sputnik o el vuelo orbital de Gagarin, Estados Unidos buscaba posicionarse como el líder de la era de la comunicación.
Telstar orbitaba la Tierra cada 2 horas y 37 minutos, y su trayectoria elíptica solo permitía ventanas de transmisión de unos 20 minutos por vuelta. A pesar de esa limitación, el impacto fue inmediato. Las llamadas telefónicas internacionales comenzaron a tener menor latencia, se enviaron fax en tiempo real y las señales de televisión pudieron sortear los límites de los cables submarinos.
El costo de la radiación nuclear
Paradójicamente, el éxito del Telstar fue breve. Apenas unos meses después de su lanzamiento, el satélite comenzó a fallar. La causa fue la radiación provocada por una prueba nuclear estadounidense en la atmósfera: la operación Starfish Prime. Esta detonación a gran altitud generó un cinturón de radiación artificial que dañó severamente los circuitos del Telstar, que no estaba protegido para ese tipo de exposición.
Aunque se logró reactivarlo parcialmente, el Telstar dejó de funcionar por completo en febrero de 1963. Sin embargo, su legado ya estaba sembrado. En la década siguiente se lanzaron decenas de satélites de segunda generación que mejoraron la cobertura, la durabilidad y la capacidad de transmisión. El modelo de un mundo conectado por el espacio había comenzado.
El satélite que anticipó la era digital
Pocos recuerdan hoy el nombre de Telstar, pero su influencia llega hasta las redes 5G y los sistemas GPS actuales. Fue el precursor directo de las comunicaciones instantáneas que hoy damos por sentadas: videollamadas, televisión internacional, transmisiones deportivas globales. Incluso inspiró una canción pop de The Tornados que fue número uno en las listas de Estados Unidos en 1962.
En una era donde los satélites son invisibles para el usuario promedio, el Telstar nos recuerda que el inicio del mundo conectado no fue digital, sino orbital. Y que antes del internet y la nube, fue necesario mirar al cielo para hablar con la otra mitad del planeta.

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