Una coalición rota y la “batalla” anunciada: ¿hacia dónde va la Colombia de Petro?
Como era de esperarse, el clima político colombiano ha comenzado a caldearse. Ya los tiempos de ‘luna de miel’ con el nuevo gobierno han quedado superados y es el propio presidente Gustavo Petro quien augura momentos de mayor conflicto.
Utilizando la frase “vamos hacia un campo de batalla en el que hay que triunfar“, Petro ha recibido a sus nuevos ministros, quienes han asumido su nuevo cargo después de un cambio de siete plazas en el gabinete. El cimbronazo en el Ejecutivo se produjo por la falta de apoyo de varios partidos y personajes tradicionales a la reforma de la salud.
Este pleito ha quebrado la amplia base de concertación que le había permitido a Petro, sin escollos, aprobar la reforma tributaria en los primeros días de gestión.
El partido de la U y el partido Conservador, así como el jefe máximo del Partido Liberal (PL), César Gaviria, quienes le apoyaron desde el legislativo una vez ganó las presidenciales, han rechazado de cuajo las nuevas propuestas de reforma que se proponen y ante este nuevo escenario, el presidente ha comenzado a bosquejar un nuevo escenario político.
Rota la alianza con los partidos de derecha, toda la tensión se concentra en el Partido Liberal. Por eso, buena parte del discurso presidencial del pasado 1 de mayo se basó en disputar los significantes que aglutinan a ese partido, como son la idea de “libertad” y de “cambio social”, tratando de aislar ambas nociones de la dirección actual de la agrupación política.
Una buena parte de los congresistas liberales siguen fieles al proyecto de transformación, pero sus cúpulas ya han saltado hacia la oposición, de manera más o menos frontal.
En su arenga del día de los trabajadores, en lo que fue su tercer “balconazo” desde que se posicionó en la presidencia, se notó a un líder consiente de lo intrincado del laberinto institucional y la necesidad de la movilización popular para empujar los cambios sociales ofrecidos en su campaña. Por ende, fue un discurso de interpelación a los sectores populares en el que desnudó de manera abierta a los adversarios sociales y políticos, que van a hacer lo imposible por impedir el avance progresista.
En su discurso no solo señaló a una clase heredera del esclavismo, sino también a los máximos representantes del capital, en los que ubica a César Gaviria, y a quienes quieren detener las reformas, incluyendo los medios de comunicación.
Petro está abriendo un nuevo escenario que transciende su alianza con los partidos tradicionales que utilizó para lograr mayorías parlamentarias. Ahora está contemplando la necesidad de calentar las calles para presionar las modificaciones necesarias que su agenda ha planteado.
Petro está abriendo un nuevo escenario que transciende su alianza con los partidos tradicionales que utilizó para lograr mayorías parlamentarias. Ahora está contemplando la necesidad de calentar las calles para presionar las modificaciones necesarias que su agenda ha planteado, llamando a la movilización y a la unidad de la clase obrera:
“Se necesita de una clase obrera que quiera gobernar. Quizá el tiempo de las quejas y denuncias ha pasado, ahora se necesita es muchísima unidad, muchísima conciencia”, apuntó.
Enfocando su relato hacia la nueva disputa, ha aseverado que “la reforma y la revolución van de la mano”. “Las reformas pueden llevar a una revolución, el intento de coartar las reformas pueden llevar a una revolución. Lo que se necesita de cualquier manera es que el pueblo esté movilizado como lo estuvo con Bolívar, como lo estuvo con Melo, con López Pumarejo y Gaitán”, sostuvo. Estos dos últimos, líderes históricos liberales que han sido retomados por Petro para atraer las corrientes liberales de izquierda.
Por primera vez, y entre risas, Petro ha hablado de reelección presidencial bajo unos enunciados que podrían interpretarse de diferentes maneras, pero que seguramente va a causar suspicacia en sus oponentes. Es quizá esto parte de la nueva atmósfera de diatriba que se viene para el país suramericano.
El Partido Liberal en disputa
Asumida la ruptura definitiva con los partidos de derecha, el Partido Liberal es el epicentro actual del cisma que sacude la política colombiana. De sus 33 legisladores, 18 han firmado una carta donde se desmarcan de su jefe político, el expresidente Gaviria. Éste respondió con firmeza, amenazando con sancionar a quienes se aparten de las decisiones de la dirección partidista.
La brecha interna en el partido va a tratar de ser profundizada por un líder presidencial que necesita del apoyo de los legisladores de ese partido para mantener poder en el Legislativo.
Ya el pasado 14 de abril, Dolcey Torres renunció a la vocería de la bancada liberal en la Cámara de Representantes, lo que significó el comienzo de un deslave.
La brecha interna en el Partido Liberal va a tratar de ser profundizada por un líder presidencial que necesita del apoyo de los legisladores de ese partido para mantener poder en el Legislativo.
Luego, el nombramiento de Luis Fernando Velasco en el ministerio del Interior –así como otros nombramientos anteriores– representa la profundización de la alianza con la corriente “liberal-progresista”, que está enfrentando a Gaviria a lo interno de la agrupación liberal. La lucha comienza a recrudecerse en estos predios.
Con este choque, previsible por demás, Petro tiene mucho que perder porque se juega las reformas que ha propuesto. Pero Gaviria también se juega bastante, porque podría debilitar su firme ascendencia en la comunidad liberal, que le ha permitido seguir siendo un actor clave en la política a pesar del tiempo que lleva el partido sin gobernar.
Así las cosas, Petro no rompe con el PL, sino que utiliza mano izquierda y operación quirúrgica para mantener la disputa a lo interno del partido, pero radicaliza su discurso para atraer a las mayorías sociales que han sostenido a esa agrupación política, a pesar del fin del bipartidismo. “El pueblo liberal fue traicionado cuando decidieron que iban a votar en contra de la reforma social, de la posibilidad de cambio, de la posibilidad de que los destinos rectores de la sociedad colombiana no sean aquellos que imponen las elites herederas del esclavismo”, lanzó en la multitudinaria concentración en la Plaza de Bolívar.
La sola mención de la idea de “revolución” en su discurso, produce el rechazo automático de los sectores medios y privilegiados, pero a la vez eleva las expectativas de los sectores progresistas.
Por ello, Petro retomó la bandera de los jóvenes que provocaron el estallido social en Colombia los últimos años y los reivindicó como los causantes de su triunfo presidencial.
El ambiente se va caldeando, las instituciones van mostrando su incapacidad para realizar un cambio social gradual y moderado, y es así que nuevos escenarios se van abriendo en el discurso de Petro, quien va vislumbrando un nuevo panorama político, con sus propias complejidades, para Colombia.
Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.
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