Una Pascua íntima y profunda: así se vive en el Santuario del Niño de la Salud

Fotos: Iván Villanueva / Contraluz

Mientras en el centro de Morelia las calles se llenan de visitantes, procesiones y bullicio, en el barrio de Lomas de Hidalgo la Semana Santa se celebra con una serenidad distinta. En el Santuario del Niño de la Salud, la Pascua se transforma en un acto de cercanía, recogimiento y fe sin alardes.

La tarde del Jueves Santo, el templo estaba lleno, pero sin aglomeraciones. Familias enteras ocupaban las bancas; abuelos con rosarios, jóvenes atentos y niños curiosos vivían uno de los rituales más significativos de la Semana Santa: el lavatorio de pies.

La representación fue sencilla, conmovedora. Doce hombres de la comunidad tomaron el papel de los apóstoles mientras el sacerdote, con humildad sincera, se arrodillaba para lavarles los pies, recreando el gesto de Jesús. El ambiente se llenó de un silencio reverente, apenas interrumpido por el canto suave del coro.

“Es una tradición que nos toca el corazón”, comenta doña Ernestina, fiel asistente desde hace más de dos décadas. “Aquí no venimos a mirar, venimos a renovar la fe”.

Alejado del ajetreo turístico, el Santuario del Niño de la Salud es un refugio espiritual que acoge cada semana a quienes buscan consuelo, salud o agradecimiento. La imagen del Niño Jesús vestido de médico es símbolo de esperanza para cientos de devotos.

Durante esta Pascua, el templo se convierte en un espacio donde la fe se vive de forma íntima. La luz que entra por los vitrales, el aroma a incienso y el eco de una comunidad unida reflejan la esencia más profunda de esta celebración: una Pascua vivida desde el corazón.4o