Voyager: la misión espacial que lleva 46 años viajando por el espacio con un mensaje para los extraterrestres
¿Has pensado alguna vez cómo saludarías a unos extraterrestres si te encontraras con ellos por primera vez? ¿O cuáles serían las imágenes y sonidos que te gustaría que recibieran como primer contacto con el planeta Tierra? Pues bien, aunque parezca una locura, a finales de la década de 1970 los científicos de la NASA, asesorados por un comité especializado de la Universidad de Cornell liderado por Carl Sagan, se vieron en esa tesitura.
Se trataba de un momento histórico que ocurría exactamente hace 46 años: el lanzamiento de las sondas Voyager I y Voyager II. Ambas pertenecían a la misión Voyager, la cual se esperaba que ayudase a estudiar los gigantes del Sistema Solar, Júpiter y Saturno, durante un periodo de vida útil de tan solo 5 años. Sin embargo, la realidad superó con creces a las expectativas, pues ambas sondas se encuentran aún activas, viajando más allá del Sistema Solar y enviando información de lugares recónditos y desconocidos del espacio.
Preparación para el despegue de la sonda Voyager II.
De esta forma, primero la Voyager I, y a continuación la Voyager II, se convirtieron en los primeros objetos humanos en alcanzar el espacio interestelar. Pero no solo eso, pues ambas sondas destacan sobre otras misiones por contar cada una con un disco de oro repleto de mensajes en forma de imágenes y sonidos, incorporados con el objetivo de transmitir información sobre la Tierra a cualquier ser inteligente que se encuentre con ella durante un viaje espacial. Te contamos todo sobre ellas y el contenido de esos enigmáticos mensajes.
LAS VOYAGER Y EL ESPACIO INTERESTELAR
El 20 de agosto de 1977 se iniciaba la misión que pasaría a ser conocida como la más longeva de toda la exploración espacial: la Voyager. Ese mismo día se lanzaba la sonda Voyager II y, tan solo 16 días después, el 5 de septiembre, le llegaba el momento a su compañera, la Voyager I. Se les auguraba una vida útil de poco más de 5 años en los cuales se esperaba que pudieran explorar de forma detallada Júpiter y Saturno. Sin embargo, pasado ese primer lustro, el tiempo continuó pasando y su funcionamiento y actividad no se deterioró. Y así continúan hasta día de hoy, más de cuatro décadas después.
Gran mancha de Júpiter capturada por la misión Voyager.
Durante sus años de exploración, las Voyager tomaron miles de instantáneas detalladas de los planetas gaseosos del Sistema Solar, las cuales permitieron apreciar detalles nunca vistos hasta ese momento como, por ejemplo, las nubes y tormentas de Júpiter o la estructura de los anillos de Saturno. Complementariamente, gracias a las imágenes y datos enviados, fue posible para los científicos identificar gran número de volcanes activos en Io, una de las lunas de Júpiter.
Y, a pesar del tiempo que llevan operando, las astronaves continúan alejándose cada vez más de la Tierra, en un viaje por el espacio fuera del Sistema Solar. De hecho, la Voyager I se convirtió el 13 de septiembre de 2013 en el primer objeto humano en alcanzar el espacio interestelar, es decir, aquella zona del Universo situada fuera de los sistemas planetarios que rodean a las estrellas. Todo apunta a que, actualmente, se encuentra a 40.000 años de viaje de alcanzar la estrella más cercana a la Tierra.
EL DISCO DE ORO
Pero una de las características más curiosas de estas sondas es, sin duda, los dos discos de oro que portan. Se trata de discos fonográficos de cobre de 30 cm de diámetro, bañados en oro. Cada uno de ellos contiene un mensaje formado por diferentes escenas, sonidos, música y saludos en diferentes idiomas. El objetivo de este contenido es informar a cualquier vida inteligente que se encuentre con las sondas sobre la existencia de la Tierra y su población.
Sin embargo, los expertos afirman que la probabilidad de que esto ocurra es realmente mínima. Recalcan que el tamaño de la sonda es muy pequeño en comparación a la inmensidad del propio Universo, por lo que el hecho de que cualquier población que viaje por el espacio se la encuentre justamente en su trayectoria es algo poco posible. Además, en el momento en que la sonda agote su combustible esta probabilidad se reducirá aún más, pues cesará la transmisión de ondas electromagnéticas y será simplemente un objeto vagando por la inmensidad del espacio.
Imagen del disco de oro que transportan cada una de las sondas Voyager.
El contenido del disco fue escogido de forma cautelosa por un grupo representativo de científicos de la NASA, asesorados por un comité de la Universidad de Cornell liderado por el divulgador Carl Sagan. Sin embargo, muchos de estos expertos aseguraban que más que una forma de contacto con vida inteligente, los discos representaban una cápsula del tiempo sobre el significado de la vida en la Tierra.
EL MENSAJE: UN CONJUNTO DE SONIDOS E IMÁGENES
Los discos se dividen en diferentes secciones, cada una de las cuales está especializada en la transmisión de un tipo de mensaje. Así, la primera sección se especializa en saludos. En primer lugar, aparece grabado un saludo en inglés en voz de la Secretaria General de la ONU, donde intenta hacer una toma de contacto inicial. El resto de la sección está dedicada a diferentes saludos hablados en 55 idiomas diversos. Lo más peculiar de esto es que, entre esos idiomas, aparecen dialectos entre los que destacan varios derivados del chino, o algunas lenguas antiguas casi desaparecidas.
En una segunda sección se recogen los “sonidos de la Tierra”. Se trata de una serie de pistas que incluyen todos los sonidos que representan la vida en el planeta Tierra. Así, se abarcan desde las voces de diferentes animales, como perros, grillos, ranas o caballos, hasta melodías mucho más peculiares, como la locomotora de un tren, los latidos del corazón, una risa humana, las chispas del fuego en una luminaria, el estallido de los truenos o el sonido del viento. En esta parte se incluye a mayores una serie de palabras en morse.
Imagen tomada por la misión Voyager de la gran mancha oscura de Neptuno, acompañada de unas nubes altas.
En la tercera sección del disco se pueden encontrar pistas musicales identificativas de cada país. Así, por ejemplo, Alemania incluyó el Concierto de Brandenburgo número 2 de Bach, Austria la sintonía de La Flauta Mágica de Mozart, México aportó El Cascabel de Lorenzo Barcelata y por parte de Estados Unidos se unió el Canto Nocturno de los Indios Navajos. Cabe destacar que Carl Sagan pidió incorporar junto a todas ellas “Here Comes the Sun” de The Beatles pero, aunque el grupo estuvo de acuerdo, su discográfica se opuso, prohibiendo la incorporación del tema al disco de oro.
La cuarta sección se dedica, curiosamente, a las ondas cerebrales. La razón de esto es que se planteó la idea de que quizás, si la sonda era encontrada por algún tipo de vida inteligente capaz de interpretar este tipo de ondas, sería mucho más útil evocar las ideas y pensamientos de alguien para transmitir una imagen de la Tierra más asemejada a la realidad. Así, se tomaron las ondas cerebrales de la activista y escritora estadounidense Ann Druyan. En sus propias palabras: “Empecé pensando en la historia de la Tierra y de la vida que alberga. Del mejor modo que pude intenté reflexionar sobre la historia de las ideas y de la organización social humana. Pensé en la situación en que se encontraba nuestra civilización y en la violencia y la pobreza que convierten a este planeta en un infierno para todos sus habitantes. Hacia el final pensé en lo que significaba enamorarse”.
Imagen tomada por la Voyager del Sistema Solar. El planeta Tierra aparece como un minúsculo punto brillante a la derecha de la foto.
Finalmente, en la quinta y última sección, se reúnen un conjunto de 116 imágenes que pretenden transmitir cómo es la vida y la población en la Tierra, tanto socialmente como química y biológicamente. Así, entre estas imágenes se encuentran fotos del Sol, de Egipto, de ciertos rituales culturales, de los mares, retratos familiares, diagramas del esqueleto, de un óvulo fecundado o de un supermercado. Pero también imágenes con texto que incluye los parámetros del Sistema Solar y su localización, la definición de las unidades de medida o de ciertas fórmulas matemáticas.
EL FUTURO DE LA VOYAGER
Actualmente, las Voyager se encuentran en los límites del Sistema Solar, ya dentro del espacio considerado como interestelar. Para ser más exactos, la Voyager I está localizada a una distancia de la Tierra equivalente a 6 veces la órbita de Neptuno. Esta sonda envía actualmente datos a 160 bits por segundo, los cuales son captados por las antenas de la Red del Espacio Profundo (DSN), identificadas como una serie de sistemas de detección instalados por la NASA alrededor de todo el planeta.
Imagen de Saturno captada por la sonda Voyager II.
Los datos tardan 28 horas y 40 minutos en llegar a la Tierra desde su emisión, tiempo el cual no hará más que aumentar a medida que la sonda avance en su largo viaje. Sin embargo, aunque no hay nada claro, pues las sondas no hacen más que sorprender, se estima que tienen combustible hasta poco más del año 2025, momento en el cual se apagarían y dejarían de emitir radiación, convirtiéndose en dos objetos inactivos que viajan por el espacio. Aun así, los científicos apuestan por no asegurar nada: puede que las sondas se sigan resistiendo y queden, una vez más, muchos más años de exploración de los que se esperan.
Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.
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