Zelda: La mejor saga del mundo mundial (en el mundo)

Hay videojuegos que marcan generaciones. Hay franquicias que definen géneros. Y luego está The Legend of Zelda, una saga que no solo redefinió la aventura en los videojuegos, sino que moldeó la imaginación colectiva de millones de jugadores alrededor del mundo mundial (sí, en el mundo).

Desde que Shigeru Miyamoto soltó al pequeño Link en las verdes llanuras pixeladas de Hyrule en 1986, Zelda no ha hecho otra cosa que romper moldes. No se conformó con seguir la corriente: la creó. ¿Juegos de mundo abierto? Zelda ya lo hacía cuando los demás apenas sabían prender la consola. ¿Diseño de mazmorras? Zelda lo convirtió en arte. ¿Música memorable? Zelda te enchina la piel con solo tres notas en ocarina.

Cada entrega no es solo un juego, es una experiencia casi mística. A Link to the Past sentó las bases de todo un género; Ocarina of Time rompió el tiempo en tres dimensiones y lo reescribió a su antojo; Majora’s Mask se metió en la cabeza de los jugadores para hablarles de la muerte, la angustia y el fin del mundo cuando nadie más se atrevía. Y Breath of the Wild… bueno, Breath of the Wild no solo revolucionó el mundo abierto: lo deshizo y lo volvió a armar como un niño genio con demasiada imaginación y acceso a física avanzada.

Pero Zelda no se mide en polígonos o mecánicas: se mide en magia. En esa sensación de estar ante un mundo vivo, misterioso, lleno de secretos, donde cada piedra puede ocultar una historia y cada colina puede tener una luna esperándote arriba. Se trata de libertad, de curiosidad, de inteligencia. No te lleva de la mano: te da un palo, una bomba y te dice “ve a ver qué pasa si combinas esto con fuego”. Y tú vas, porque confías en el juego. Y el juego siempre responde.

Además, Zelda ha logrado lo que pocas franquicias pueden presumir: mantenerse fresca sin perder su esencia. Puede cambiar de estilo gráfico, de estructura narrativa o de consola, pero siempre es Zelda. Siempre hay una princesa, un héroe, una trifuerza, un mundo al borde del colapso, y tú en medio, sin saber bien por qué, pero sabiendo que tienes que hacer algo.

Y claro, está el hecho de que casi nunca decepciona. Mientras otras sagas viven de nostalgia o remakes a medio gas, Zelda sigue innovando, sigue arriesgando, sigue creando juegos que no solo son buenos, sino que te cambian la forma de entender lo que un videojuego puede ser.

En un mundo donde el mercado premia lo repetitivo, lo fácil y lo inmediato, Zelda es un acto de resistencia. Un recordatorio de que los videojuegos también pueden ser arte, poesía jugable, aventuras que no se olvidan.

Así que sí, Zelda es una de las mejores sagas del mundo mundial. En el mundo.

Y quien diga lo contrario, que se pierda en el bosque Kokiri hasta que entienda.

admin

Un partido revolucionario, si en verdad está empeñado en hacer y dirigir la revolución no puede renunciar al legítimo derecho de ser o formar parte de la vanguardia histórica que en efecto haga y dirija la revolución socialista en nuestro país, es de hipócritas decir que se lucha sin aspirar a tomar el poder y mucho más aún si se pretende desarrollar lucha diciendo que no busca ser vanguardia cuando en los hechos se actúa en esa dirección.

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