Gaza al borde de la hambruna total: mueren niños por desnutrición mientras el mundo mira hacia otro lado

A más de nueve meses del inicio de la ofensiva militar israelí en Gaza, la situación humanitaria ha escalado hasta niveles catastróficos. Hoy, más de un millón de personas —más de la mitad de la población total— se enfrentan a condiciones de hambruna. Y ya no se trata de advertencias: decenas de niños han muerto por desnutrición aguda documentada.

Un cerco que mata en silencio
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la ONU han calificado la situación como “sin precedentes en el siglo XXI”. Las zonas más afectadas son el norte de la Franja, donde la ayuda humanitaria ha sido bloqueada casi por completo durante semanas. En hospitales como Kamal Adwan, personal médico ha reportado muertes diarias de menores por falta de alimento, agua y medicamentos.

Desde el inicio de la guerra, Israel ha impuesto un bloqueo casi total al ingreso de bienes esenciales, bajo el argumento de evitar que Hamás se reabastezca. Pero los organismos internacionales y los testimonios locales insisten: los más afectados son los civiles. En particular, los niños menores de cinco años, que están muriendo de hambre en hospitales que ya no tienen ni electricidad.

Muertes evitables, pero toleradas
La directora del PMA, Cindy McCain, advirtió recientemente que “si no se abre un corredor humanitario inmediato, Gaza enfrentará una hambruna masiva en cuestión de días”. Por su parte, la ONU denunció que el uso del hambre como arma de guerra puede constituir un crimen de guerra.

Pese a los llamados internacionales, las entregas de ayuda humanitaria siguen siendo intermitentes, insuficientes y, en muchos casos, atacadas durante su tránsito. Organizaciones como Médicos Sin Fronteras han declarado que intentan operar con botellas de agua y sin anestesia.

Silencio institucional, voces rotas
Mientras las capitales del mundo vacilan en sus respuestas diplomáticas, en Gaza el silencio de la comunidad internacional retumba más fuerte que las bombas. “Mis dos hijas murieron con el estómago vacío. No hay más palabras”, declaró Amal, madre de familia refugiada en el norte de Gaza.

La hambruna ya no es una amenaza futura: es una realidad presente. Y cada día que pasa sin intervención global, más vidas se pierden por causas evitables.