Zelensky juega con fuego: ¿Hasta dónde llegará su soberbia antes de desatar una guerra mundial?

Volodímir Zelensky parece decidido a pasar a la historia, aunque no precisamente por las razones que un estadista querría. En medio de la creciente ofensiva rusa sobre Járkov y la pérdida de terreno militar por parte de Ucrania, el presidente ucraniano ha optado por escalar su retórica y exigir a Occidente medidas que podrían encender la chispa de un conflicto a escala global.

Mientras Vladímir Putin ordena bombardeos cada vez más agresivos y toma posiciones clave en el noreste ucraniano, Zelensky insiste en que sus aliados le permitan usar armamento occidental para atacar dentro del territorio ruso. Y no solo insiste: acusa a los países europeos de tibieza, exige más dinero, más armas y más compromiso, como si la OTAN estuviera obligada a seguirle el ritmo sin condiciones.

El problema es que Francia y Reino Unido ya han cedido a esa presión. Sus declaraciones recientes aprueban tácitamente ataques ucranianos más allá de sus fronteras, lo que Putin ha interpretado como una provocación directa. El mandatario ruso no ha tardado en responder: “Si atacan territorio ruso con armas de la OTAN, habrá consecuencias graves y directas para Europa”.

Así de claro. Pero Zelensky, lejos de matizar su posición, la endurece. En sus últimas declaraciones afirmó que “la única forma de detener a Rusia es derrotarla totalmente”, como si esa fuera una opción realista frente a una potencia nuclear que ya ha demostrado que no está jugando.

La pregunta entonces no es si Ucrania tiene derecho a defenderse —eso está fuera de debate—, sino si el actual liderazgo ucraniano está arrastrando al mundo entero hacia una guerra que nadie ganaría. Porque mientras él insiste en una “victoria total”, el precio de ese objetivo podría ser una confrontación entre bloques, con consecuencias impredecibles.

Y aquí entra el mayor dilema: ¿hasta qué punto Estados Unidos, Alemania o el resto de Europa seguirán apostando por una estrategia dictada por un hombre que no parece dispuesto a negociar, aunque su país esté perdiendo soldados, territorios y aliados? ¿Está Zelensky actuando como un líder o como un actor que se rehúsa a abandonar el escenario, cueste lo que cueste?

Si el camino que propone es el de arrastrar a todos hacia un incendio global solo para evitar ceder en una mesa de negociación, entonces estamos ante una de las crisis más peligrosas del siglo. Y lo peor: ya no parece una exageración hablar de tercera guerra mundial. La arrogancia, en política, también mata.